“La Iglesia no se olvida de Tumaco”. Con estas palabras y una sonrisa amistosa, el nuncio apostólico en Colombia, monseñor Paolo Rudelli, selló una visita histórica a la diócesis de Tumaco, una tierra que mantiene viva la esperanza a pesar de los desafíos.
Su presencia no fue un acto diplomático cualquiera. Fue un gesto profundo de comunión y cercanía, un signo del Papa Francisco para la Iglesia que camina con su pueblo, que cree en la reconciliación y que tiene el coraje de sanar desde la memoria y la fe.
El recorrido del Nuncio comenzó en la Casa de la Memoria, un espacio donde el dolor y la resistencia se transforman en historia, enseñanza y fe. Allí escuchó los testimonios de personas que habían experimentado las heridas del conflicto y ahora tejían la paz en la comunidad.
Luego visitó el Museo Eucarístico en la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, símbolo de una Iglesia profundamente arraigada en la fe. Este encuentro recordó el «Milagro Eucarístico» de 1906, cuando las aguas del mar se detuvieron ante el Santísimo Sacramento, signo eterno de la presencia viva de Cristo entre su pueblo.
El recorrido finalizó en Bajito Curandero, donde la fe se convirtió en acción y acompañamiento de las comunidades más vulnerables, reafirmando el compromiso de velar por el bienestar de la población.
Durante su estancia, monseñor Rudelli se reunió con la Curia Diocesana, el Equipo Diocesano de Animación Pastoral (Edap), religiosas y pastores sociales, subrayando la importancia de la pastoral plasmada en la realidad territorial.
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