Amira Hass es una periodista israelí del diario de izquierda Haaretz, que ha estado basado en Ramallah, en Cisjordania, durante veinte años. En esta entrevista explica por qué no estalló ninguna intifada en la Cisjordania ocupada después del 7 de octubre de 2023, contrariamente a lo que los líderes de Hamas en Gaza habían imaginado. Entrevista de Philippe Agret.
Philippe Agret.-Usted vive en Ramallah, en Cisjordania. ¿Por qué, en su opinión, no hubo una intifada en Cisjordania después del 7 de octubre, a pesar de que hubo violentos enfrentamientos armados en el Norte?
Amira Hass.-Esta es de hecho una pregunta crucial, tal vez la pregunta que hay que hacer, y no solo porque Sinwar y Deif [1] imaginaron una gran revuelta palestina y una guerra regional contra Israel, tras su gran ataque militar.
La pregunta se justifica porque la realidad que Israel ha creado en Gaza y Cisjordania, antes del 7 de octubre, era insoportable.
En primer lugar, no llamaría a la presencia de unas docenas de jóvenes armados en cada uno de esos campos de refugiados del norte y su disposición a ser asesinados instantáneamente, una Intifada. Basado en el primer levantamiento al que se llamó así (1987-1993), Intifada significa un levantamiento popular, participación de todos los ámbitos de la vida y, por lo tanto, algo en el que las armas y la munición real no son la característica principal, si es que son una de ellas. También significa un estado de animo de solidaridad interna, coordinación y un objetivo claro. La resistencia armada es siempre para unos pocos, y sobre todo un fenómeno muy masculino. Al menos en el contexto palestino. El objetivo de estos grupos de jovenes tampoco ha estado nunca claro.
Si te preguntas por qué no vimos más grupos de jóvenes armados que disparen aquí o allá a una posición militar, un coche blindado o un colono, tiene que ver con la fuerza de los dos grupos que han financiado y alentado el armamento de los jóvenes: Hamas y la Yihad Islámica. Se dice que han sido fuertes en el norte de Cisjordania, menos en el resto.
En segundo lugar, a pesar de la glorificación de esos grupos y los sentimientos de compasión hacia cada mártir, tiendo a creer que la mayoría de la gente en Cisjordania duda de la efectividad de tales grupos y sus acciones.
P.A. – ¿Por qué la gente en Cisjordania duda?
A.H.-Hay un tema que es tabú en la sociedad: criticar las iniciativas armadas y los mártires. Por lo tanto, los sentimientos de resentimiento e indignación que existen en esas ciudades y campos de refugiados (que Israel demolió, tanto sus edificios e infraestructura y desarraigó a unos 40.000 residentes) contra los grupos armados, no se discuten ni se hablan abiertamente.
Pero supongo que circulan y se conocen. En el campo de refugiados de Balata en Nablus, las agencias de seguridad de la AP junto con los miembros de Fatah (a veces son las mismas personas) lograron convencer a los hombres armados de que abandonaran el campamento, si eran de fuera, o entregaran sus armas. La gente aceptó la lógica de tal posición.
P.A. – ¿Por qué nunca hemos visto un levantamiento popular no violento como una alternativa a la lucha armada?
A.H.–La realidad de Oslo ha desconectado a los ocupados del ocupante y ha colocado una entidad de amortiguamiento entre los dos: la Autoridad Palestina (AP). Para iniciar un proyecto de desobediencia civil masiva, primero hay que exigir la separación de los lazos burocráticos y de seguridad entre el amortiguador y el ocupante. En otras palabras: exigir que la AP actúe de manera diferente. Un sinfín de tales demandas y algunas resoluciones del consejo central de la OLP, para detener la cooperación en seguridad con Israel, nunca han sido escuchadas o implementadas, respectivamente, por Abu Mazen (Mahmoud Abbas) y su circulo.
La dimensión burocrática de la cooperación palestina con Israel es aún más difícil de desafiar o detener, ya que se refiere a los fundamentos de la vida de las personas: obtener una tarjeta de identificación, registrar a sus hijos recién nacidos, salir al extranjero, abrir un negocio y una cuenta bancaria, importar y exportar… Tal separación necesita una planificación cuidadosa, una decisión unida y la disposición de todas las personas de prepararse proactivamente para grandes sacrificios en su vida diaria.
Hace algunos años, el miembro de Fatah y ex prisionero Qadura Fares, que es apreciado y amado por las bases, pero a menudo ha caido en desgracia con la dirección suprema, diseñó un plan de largo alcance de desobediencia civil masiva, pero obviamente no tuvo éxito en convencer de que era posible.
Durante los 30 años de los enclaves A y B, los palestinos han tenido algún “descanso” del ocupante: en áreas restringidas, durante períodos de tiempo restringidos. Yo lo llamo la “lógica de los bantustanes”. Se acostumbró a la gente a algún tipo de comodidad limitada o normalidad limitada, que no están dispuestos a perder totalmente.
Los enclaves, cada vez más numerosos y reducidos que Oslo e Israel han diseñado también fragmentaron la experiencia de la vida bajo el dominio hostil extranjero: cada pueblo o ciudad lo experimenta de manera diferente, y encuentra o no encuentra sus propias formas de cooperar o resistir. Estaba muy claro durante la resistencia al muro de separación, a principios de la década de 2000: las manifestaciones no eran de toda Palestina, sino de cada pueblo por su cuenta, con la presencia y asistencia de activistas internacionales e israelíes. La fragmentación y el distanciamiento también son cognitivos: es difícil imaginar ahora una preparación unitaria y de toda Cisjordania de una estrategia. La solidaridad interna se ve afectada.
P.A.—¿Parece que parte de la población palestina se sintió traicionada o abandonada por sus líderes?
A.H.–El llamado liderazgo, por supuesto, no tiene interés en una nueva estrategia. Se ha convertido en una nomenklatura, que identifica la “causa nacional” con su propia estabilidad y bienestar. Los círculos más grandes alrededor de este núcleo de la nomenclatura, es decir, los empleados públicos y la clase empresarial, dependen de ella y no pueden permitirse o no se atreven a desvincularse de ella.
Hay una institución oficial llamada “Comisión de Resistencia a la Colonización y el Muro” que está compuesta principalmente por activistas de Fatah, en la nómina de la AP. Recopilan información, tienen un conjunto de abogados que representan a los ciudadanos en cuestiones de robo de tierras (por parte de Israel) y organizan actividades de solidaridad y protección con comunidades amenazadas por los colonos y la burocracia de la ocupación. Si bien no hay razón para dudar de la sinceridad de los individuos involucrados, que se exponen a los disparos de los soldados, la violencia de los colonos y los arrestos, no se les han unido masas de personas. Por el contrario, su identificación con Fatah y la AP no es atractiva en absoluto para el público. No son conocidos como los jóvenes asesinados por el ejercito, cuyos enormes carteles, con grandes armas, cuelgan por todas partes.
La brutalidad de la represión israelí de cualquier intento de resistir es intimidante. Y la brutalidad de la represión israelí, sin relación con ninguna forma de resistencia u oposición, es enorme y generalizada más que nunca. Especialmente con esta coalición de ultraderecha, especialmente después del 7 de octubre. Para resistirlo de forma proactiva, el pueblo palestino necesita creer en la eficacia, tener un liderazgo de confianza que escuche al pueblo y pueda dirigirlo, y tener un objetivo común claro. Faltan todos ellos.
La gente puede responder en las encuestas de opinión que están a favor de la lucha armada, o que esta es la única manera de llegar a una solución, pero en la práctica, sus elecciones personales muestran lo contrario. Veo cómo los padres intentan mantener a sus hijos alejados de los enfrentamientos cerca de las posiciones militares, o envian a sus hijos a estudiar al extranjero, a pesar de que ideológicamente apoyan la lucha armada.
P.A.–¿Están surgiendo nuevas formas de resistencia en Cisjordania desde el 7 de octubre?
A.H.-Antes de que veamos nuevas formas de resistencia, es necesario que haya un cambio importante en la vida política interna palestina. ¿Será el renacimiento de una OLP obsoleta? ¿Una forma totalmente nueva de OLP? ¿Un cambio liderado por la diáspora? ¿Una iniciativa palestina (incluidos los palestinos de 1948)? Cada uno de estos tiene un defensor o está insinuado en algunas iniciativas intelectuales, que al menos nos dicen cómo la gente anhela este cambio político. Pero, no hace falta decir que son los palestinos los que tienen que decidir.
Espero que haya iniciativas lo suficientemente serias como para que no se hagan públicas ahora. En este momento, cuando el genocidio en Gaza perpetrado por el Estado israelí continúa, la sensación de incompetencia política y parálisis es más fuerte que nunca. Está en marcado contraste con el estado de ánimo victorioso de los primeros días después del 7 de octubre y las consignas de la diáspora palestina y los palestinos en Cisjordania.
P.A. – ¿Hay intentos de construir un movimiento de resistencia unida entre los jóvenes palestinos en las ciudades de Cisjordania?
A.H.-Históricamente, los movimientos políticos juveniles estaban conectados y afiliados a los diversos grupos de resistencia política. Ya fuese una actividad clandestina o camuflada durante la ocupación directa, o más abierta después del establecimiento de la entidad de autogobierno, la AP. Estamos hablando principalmente de los estudiantes de la universidad. Los grupos de estudiantes afiliados a Hamas, la Yihad Islámica y el Frente Popular han sido declarados ilegales por Israel en la última década. Sus miembros son arrestados a menudo por el ejército israelí, y algunos también son detenidos a veces por los palestinos. Aún así, se postulan para las elecciones del consejo estudiantil.
El grupo afiliado a Fatah es legal, y las rivalidades, tensiones y acusaciones mutuas de los “adultos” también existen en el campus. No he notado que desarrollen sus propias formas independientes de acción y pensamiento, que se desvíen de las de sus respectivas organizaciones madre. Pero tal vez me equivoque y estén pasando más cosas, pero que no sea consciente de ello.
P.A. – ¿Cuál es el impacto de la aceleración de la colonización y la violencia de los colonos desde el 7 de octubre? ¿Cómo ves la (¿nueva?) estrategia israelí de colonización, especialmente en el norte de Cisjordania, la erradicación de los campos de refugiados, la destrucción de las aldeas rurales, la limpieza étnica de las comunidades locales?
A.H.-Vivir bajo la interminable ocupación y colonización israelí es una forma de resistencia permanente. Debido a que es una forma de vida orgánica, no organizada o estratégica, se le llama resiliencia o Sumud [2]. Dado que el objetivo israelí siempre ha sido tener “cuanta más tierra con los menos palestinos”, la insistencia de las comunidades de pastores y agricultores de permanecer en sus tierras, y la habilidad para asegurar cierta normalidad dentro de los enclaves A+B, han sido enormes.
Pero el gobierno actual y sus milicias semioficiales de bandas de colonos han logrado romper el sumud en vastas áreas de Cisjordania, y expulsar a alrededor de 60 comunidades y evitar que docenas de aldeas accedan a sus tierras cultivadas o de pastos. Los métodos no son realmente nuevos, pero los colonos, los “jóvenes de la cima de la colina” [3] y la construcción bien organizada y planificada de puestos de avanzada de pastoreo violentos han ayudado a la burocracia ocupacional: siempre tuvo como objetivo “limpiar” la mayor parte de Cisjordania de la presencia palestina, pero lo ha hecho “demasiado lentamente”. Ahora el proceso se ha acelerado.
P.A. – ¿Podrías describir esta guerra en múltiples frentes?
A.H.- Además, los colonos y sus instituciones no gubernamentales, encabezadas e inspiradas por el Gauleiter de Cisjordania – Betzalel Smortich – han lanzado una guerra en varios frentes contra los palestinos, que rompe la “lógica del Bantustán”. Nadie está a salvo, en ningún lugar.
Hay un robo abierto, a plena luz, de los ingresos de la AP. Smotrich, también como ministro de finanzas, simplemente no permite la transferencia de esos ingresos (en forma de aduanas sobre las importaciones palestinas que pasan por los puertos israelíes) a la hacienda de la AP. Hay un robo continuo de fuentes de agua, por parte del Estado y de los colonos.
Desde octubre de 2023, el ejército ha estado bloqueando más pueblos y ciudades con nuevas verjas de hierro, de modo que la libertad de movimiento se reduce aun más. Esto siempre ha sido una exigencia de los colonos: conducir “con seguridad” por las carreteras de Cisjordania. Hay una ola sin precedentes de robo y “confiscación” de dinero en efectivo y oro de los hogares de los palestinos, por parte de soldados que son enviados por sus comandantes a las incursiones nocturnas o diurnas. Y esto ocurre cuando la gente ya se ha comido la mayor parte de sus ahorros, porque incluso en contra del consejo de los militares, el gobierno no permite que decenas de miles de palestinos regresen a trabajar en Israel. Por tercer año, el ejército no permite que miles de agricultores cosechen sus aceitunas, una importante fuente de ingresos y una manifestación colectiva, tanto nacional como emocional, de continuidad y pertenencia a la tierra.
Hay arrestos y detenciones masivos, y las condiciones se han vuelto horrendas: hambre, humillación, aglomeración que conduce a enfermedades de la piel, privación de material de lectura y escritura, prohibición de visitas familiares. Las prisiones son el lugar donde convergen el sadismo estatal y el sadismo individual y se manifiestan más abiertamente.
En todas partes, los palestinos están totalmente expuestos ahora a los caprichos de soldados y colonos individuales, y a la crueldad calculada de los hombres e instituciones a cargo. No es de extrañar que la gente tema que una vez que Israel “termine” con Gaza, inicie expulsiones masivas, si no una política de genocidio en Cisjordania.
P.A.-¿Cómo ve el papel de la Autoridad Palestina, tanto como una fuerza de colaboración y represión contra su propio pueblo y, al mismo tiempo, como un obstáculo para la anexión de Israel?
A.H.-Tenemos que distinguir entre la AP como dador de servicios al público, como líder nacional y como entidad política con el objetivo de alcanzar la estatalidad.
Muchas personas y actores en el establishment de la AP son honestos trabajadores y también sirven a su comunidad y quieren hacerlo. El robo israelí de los ingresos de la AP ha reducido sus salarios a la mitad o en dos tercios, ya hace varios años. Así que, por supuesto, les afecta a ellos y a sus posibilidades, y a su voluntad de hacer su trabajo correctamente.
Aún así, es notable cómo el sector público sigue funcionando y brindando servicios, por escasos e insatisfactorios que puedan ser. En cuanto a las propias instituciones: su funcionamiento varía de un lugar a otro, pueden ser mínimas, especialmente debido a las limitaciones presupuestarias, algunos sectores están demasiado infiltrados por la política interna (como el sistema judicial)…
Los acuerdos de Oslo absolvieron a Israel de cualquier responsabilidad hacia las personas que continúa ocupando, y la AP tiene que abordar el daño que Israel está causando: ya sea ayudando a los desplazados, a las familias empobrecidas, a las personas heridas e incluso a aquellos que tienen presión arterial alta debido a la insoportable realidad y al estrés permanente. Hasta hoy, por ejemplo, la AP paga por los pacientes de Gaza que vinieron a Cisjordania para recibir tratamiento antes del 7 de octubre. Paga por su alojamiento y tratamiento continuo. La AP paga por el agua dulce que Israel suministra (bajo presión internacional) a Gaza. Pequeñas cantidades, pero ahora es la única agua potable disponible allí. En este sentido, no se puede decir que la AP trabaje en contra de su propia gente. Lo hace cuando examinamos su papel como liderazgo político nacional.
Dado que no hay elecciones u otras formas de participación con “sangre nueva”, la AP se caracteriza por la osificación de pensamientos y acciones. Como mencioné antes, es una nomenclatura que no puede desvincularse de sus beneficios personales y, por lo tanto, carece de iniciativa para cambiar o iniciar su propia “desobediencia civil” frente a los israelíes. En algunos casos, su disposición a seguir los dictados israelíes es verdadero colaboracionismo. Y me refiero a colaboracionismo burocrático.
Por ejemplo, en contravención de los acuerdos de Oslo, en 2000 Israel detuvo el proceso de “reunificación familiar”, la concesión de estatus de residencia a los cónyuges de residentes palestinos en Cisjordania y Gaza. La gente presenta sus solicitudes de reunificación familiar a la AP. Israel dice que no acepta porque el proceso está congelado. Así que los burócratas de la AP obedecen y no transfieren las solicitudes, a pesar de que podrían haberlas enviado por correo. Cuando abogados o grupos israelíes de derechos humanos como Hamoked, para la defensa de los derechos individuales, presentan peticiones a favor de estas parejas “mixtas” que no pueden vivir juntas, los tribunales quieren una “prueba” de que se presentó la solicitud a la parte israelí. No hay tal prueba, porque la AP nunca envió las solicitudes a los israelíes
P.A. – ¿Qué pasa con la colaboración de seguridad?
A.H.-Cientos de comunidades se enfrentan a la violencia de los colonos. ¿Por qué la AP no pudo asignar una parte de su numeroso personal de seguridad para permanecer en cada una de esas localidades, sin armas ni uniformes porque está en C, y está prohibido según Oslo, sino como un apoyo a la gente y un mensaje de que no los abandonan?
Debido a que es una nomenklatura, con fenómenos obvios como el nepotismo, altos salarios y beneficios adicionales, su posición, por lo demás razonable, contra el uso de armas se considera corrupta, si no una traición contra la gente.
No sé si o en qué medida la AP maneja o quiere o puede frustrar los ataques armados contra los israelíes. Debería tener derecho a oponerse a las acciones que faciliten los impulsos de destrucción y las expulsiones masivas de Israel. Pero obviamente utiliza sus agencias de seguridad para intimidar y silenciar las críticas internas y el libre debate.
P.A. – Después de la última ola de reconocimientos del Estado de Palestina, ¿qué queda de la “solución de dos estados”?
A.H.-Nos equivocamos al ceñirnos al término “solución”. Las soluciones son buenas para química y matemáticas. En los procesos históricos, la pregunta es qué hacemos y cómo, para garantizar que la próxima fase sea mejor para la gente. Los que finalmente reconocen ahora a un estado palestino parecen ignorar la realidad de la anexión israelí de facto de la mayor parte de Cisjordania y el peligro de una expulsión masiva.
Pero me gustaría ser positiva en este tema: presionemos a esos países y primeros ministros para que declaren sanciones contra Israel, para que primero desmantele los 300 puestos de avanzada extraños que se han erigido, como una primera etapa antes del desmantelamiento gradual de los asentamientos. Debemos traer de vuelta a nuestro discurso el axioma de que todos los asentamientos son ilegales. Debemos rechazar la declaración de que “son irreversibles”, porque esto significa que aceptamos y apoyamos el despojo diario y permanente de los palestinos.
Una vez que se reanude el proceso de negociación, el estado palestino podría aceptar que los judíos permanezcan en sus fronteras. Pero con la condición de que los antiguos asentamientos estén abiertos a todos, no solo a los judíos, que los propietarios de tierras (incluidas las comunidades locales cuya tierra se considera pública y no privada) sean compensados por la tierra robada, que los colonos violentos queden fuera, que el estado de Israel garantice que el resto de ellos no constituirán una quinta columna. El reconocimiento sin sanciones inmediatas y audaces contra Israel es solo un posicionamiento de labios para afuera, hipócrita.
P.A.–¿Cómo ves la llegada de una nueva generación palestina que no vivió la Nakba y las intifadas? ¿Algún signo de “radicalización” o despolitización?
A.H.-La memoria histórica colectiva de la Nakba siempre ha sido muy vívida y bien conservada, aunque no en todos sus detalles. Y más aún: debido a que el proceso de Oslo resultó ser un engaño, la autopercepción de que los palestinos viven una nueva Nakba en curso, que la Nakba nunca ha terminado, está muy extendida. Definir a Israel como una entidad colonial de asentamiento es muy común, un hecho evidente que no necesita mucha explicación.
P.A. – En una nota más personal, ¿cómo es el trabajo de una periodista israelí en Cisjordania, especialmente desde el 7 de octubre?
A.H.-Es más frustrante que nunca: demasiadas situaciones peligrosas, incidentes, ataques y resoluciones gubernamentales cruciales que deben ser cubiertos de manera seria y meticulosa. Y los lectores, más que nunca, no están dispuestos a conocer y ver el contexto general.
17/10/2025
Por, Amira Hass, periodista, es corresponsal del diario israelí Haaretz en Ramallah.