Ofensiva uribista: reconstruir el derecho de condena de Colombia – – Noticias ultima hora

Después de meses en los que su presencia política se vio limitada por demandas y decisiones de arresto domiciliario, Álvaro Uribe Vélez Regresó a la escena pública con una estrategia clara: posicionarse como el principal referente de la oposición al petrismo y expresar una amplia coalición en las elecciones presidenciales de 2026. Aunque legalmente no puede ser candidato al ejecutivo – debido a una incapacidad constitucional – su influencia política, su capacidad de combinar fuerzas y sus símbolos siguen vivos y ahora los movilizan con fuerzas renovadas.

Historia judicial y su impacto en la campaña

El regreso de Uribe a la palestra se produce en un contexto judicial complejo. En julio de 2025 fue declarado culpable en primera instancia de los delitos Fraude procesal Y Soborno en procesos penalesen un largo juicio contra la manipulación de testigos, en el que también lo absolvió del delito de cohecho simple.

Aunque la decisión aún se encuentra en apelación y puede ser revocada, este veredicto significó un antes y un después: Uribe es el primer presidente colombiano condenado por un delito judiciallo que ha provocado reacciones polarizadas y percepciones de persecución política hacia sus seguidores.

Este expediente lo dejó con restricciones legales, pero no con la imposibilidad de participar políticamente como personaje de fondo o alianza. Aunque su situación judicial está resuelta, Uribe aprovechó cada momento de libertad para movilizar las estructuras políticas y la estrategia electoral subyacente.

Estrategia política: más allá del centro democrático

Aunque Uribe no aspira a la presidencia propiamente dicha, su papel de «gran articulador» es visible. Desde que recuperó su libertad efectiva ha acudido a instituciones públicas, pronunciado discursos y retomado su discurso para enfrentar al gobierno de Gustavo Petro.

Su enfoque es consolidar la coalición adecuada, que no se limite a centro democráticosu partido histórico, pero integra sectores cercanos, movimientos independientes y números que pueden ser rivales. En ese sentido, impulsó mecanismos de apertura en su partido: se habla de modificar las reglas de selección del candidato presidencial uribista, desde investigaciones internas hasta posibles consultas más amplias con otros grupos.

Además, Uribe elevó su cuota electoral desde otro cargo: se anunció que podría postularse como Número 25 en la lista para el Senado del Centro Democrático En las elecciones legislativas de 2026, este puesto simbólico le permitiría influir en el Congreso, además de fortalecer la estructura de su partido con recursos institucionales legislativos.

Internamente, el uribismo sufrió divisiones tras el asesinato del senador presidencial y peticionario Miguel Uribe Turbay en junio de 2025. En su reemplazo, su padre Miguel Uribe Londoño Se eligió un candidato, con el apoyo tácito de Uribe para recoger este legado político.

Mensajes políticos, símbolos y narrativa.

La repetición de Uribe no es sólo estructural, sino también simbólica y narrativa. Sus discursos renuevan la constante del uribismo clásico: la lucha contra el «castrochavismo», la defensa de la propiedad privada, la seguridad democrática y la resistencia a lo que califica como «expropiación» o amenazas al orden liberal.

Moderó ciertos tonos: por ejemplo, pidió no rodar «fuera de Petro», sino «dentro de la democracia», lo que pretende proyectar una posición menos conflictiva en las formas, aunque muy difícil en el fondo.

También hubo una iniciativa para entablar negociaciones con líderes de otros sectores de derecha, incluso aquellos que se habían mostrado distantes o críticos en el pasado. La cuestión es que el bloque previo al petrismo en 2026 no está fragmentado.

Su presencia también fue visible en homenajes públicos: el 7 de agosto de 2025, Uribe presidió un acto simbólico en el parque donde fue asesinado Miguel Uribe Turbay, introduciendo un llamado a fortalecer la seguridad nacional y resaltando su papel como portavoz del uribismo en un momento de duelo.

Retos, contradicciones y escenarios políticos

La ofensiva uribista enfrenta varios obstáculos:

  1. Restricciones legales: Aunque Uribe puede avanzar políticamente mientras su caso está en apelación, su veredicto lo hace políticamente vulnerable a opositores que lo acusan de ilegitimidad.
  2. Resistencia interna: Dentro del Centro Democrático, hay voces que aspiran a su propia importancia -como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín o Andrés Guerra- que pueden tener tensiones con la estrategia centralizadora de Uribe.
  3. Confrontación política: Petrish y otros sectores de izquierda lo atacan utilizando sus antecedentes judiciales, acusándolo de dirigir una máquina autoritaria y cuestionando su legitimidad democrática.
  4. Equilibrio de coalición: Garantizar que la alianza adecuada, que sea funcional y no fragmentada o subordinada únicamente al uribismo, sea un desafío: deben conciliarse los intereses regionales, los candidatos locales y un enfoque de objetivos comunes.
  5. Reacción de los votantes independientes: Si bien Uribe conserva una base leal, sus números polarizadores podrían generar retrocesos en sectores moderados o indecisos, especialmente si sus oponentes logran consolidar una fuerte narrativa de regeneración democrática.

El escenario probable es que venga la competencia marcada por antitrismo Como eje unificador de oposición, en el que destaca Uribe Funja como líder moral y articulador, pero no necesariamente como héroe electoral directo. En realidad, su estrategia pasa más por eclipsar a sus rivales en urbanismo y lograr que la candidata elegida tenga su bendición simbólica y movilizar la estructura.

Proyección hacia 2026

En las elecciones presidenciales de 2026, la influencia de Uribe podría manifestarse en:

  • Una alianza con otros partidos de derecha para presentar una candidatura unificada que pueda desafiar efectivamente el pacto de centro histórico y progresista.
  • Instrumentalización de su figura simbólica para legitimar al candidato electo en el Uribismo.
  • Utilizar recursos legislativos (si logra escaños) para condicionar programas, vetos o apoyar ajustes que se beneficien de su estrategia política.
  • Un discurso centrado en la seguridad, el orden, la defensa de la propiedad privada, la estabilidad económica y el contrapeso al «populismo de izquierda».
  • La capacidad de polarizar el debate, movilizar eficazmente a sus partidarios y ocupar espacio en los medios.

En resumen, más allá de la imposibilidad formal de regobernar, regobernar no es anecdótico: es una estrategia calculada para reatender y condicionar el espacio político en Colombia, incluso en un momento de fragmentación y transición.

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