La violencia en la subregión de Catatumbo, situada en el norte de Santander, continúa teniendo un impacto devastador en la vida de personas inocentes. El más reciente acontecimiento trágico que ha conmovido a la comunidad ocurrió en el área rural de Tibi, donde hombres armados perpetraron un ataque brutal que resultó en el asesinato de dos menores y un adulto. Las víctimas fueron identificadas como Tatiana y Karen Guillin, dos hermanas originarias de El Tarra, un municipio también ubicado en esta compleja región de Catatumbo.
El crimen sucedió en el Corregimiento de San Martín de Loba, donde las autoridades locales fueron rápidamente notificadas acerca de estos horrendos asesinatos. Según información proporcionada por fuentes policiales, un hombre —un adulto— también fue víctima de disparos en el mismo incidente. La policía de Norte de Santander confirmó que los cadáveres de las niñas han sido trasladados para su identificación posterior, mientras la comunidad aún intenta procesar el impacto de esta tragedia.
Este nuevo episodio de violencia se desarrolla en un contexto alarmante, marcado por el resurgimiento de los conflictos armados entre disidentes de las FARC y el Ejército Nacional de Liberación (ELN). Desde inicios de este año, estas agrupaciones han estado en conflicto activo, aumentando drásticamente la inseguridad en la región. Catatumbo, que ha sido históricamente un punto álgido de enfrentamientos armados, se está convirtiendo en una de las áreas más peligrosas del país, reflejando un panorama sombrío para la población civil, que se encuentra atrapada en medio de estos violentos enfrentamientos.
El alcalde de la policía de Norte de Santander expresó su profunda preocupación ante la escalada violencia que ha azotado a la región. En sus declaraciones, hizo hincapié en que «dos menores fueron desafortunadamente víctimas de armas de fuego, junto con un hombre adulto en San Martín de Loba», revelando así la crudeza de la situación. Las palabras del alcalde resonaron con la comunidad, que se siente cada vez más vulnerable ante la creciente ola de violencia.
A medida que las autoridades se apresuran a investigar y esclarecer las circunstancias que rodean este crimen atroz, la comunidad local permanece en un estado de shock por la pérdida trágica de estas dos jóvenes niñas y un adulto. Catatumbo continúa siendo una de las áreas más afectadas por la violencia en Colombia, con sucesos como esta masacre que reflejan la compleja y preocupante situación de orden público en la región. Los esfuerzos por mantener la paz y la seguridad para los ciudadanos se ven constantemente desafiados, y la memoria de las víctimas se convierte en un recordatorio sombrío de la necesidad urgente de soluciones efectivas y sostenibles para el conflicto en esta parte de Colombia.
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