El arte colombiano perdió una de sus grandes referencias. El escultor, arquitecto y artista de plástico Hugo Zapata murió el 3 de junio a la edad de 80 años, rodeado de su familia. Su trabajo, profundamente asociado con la piedra como medida expresiva, deja una marca indeleble en la escena artística nacional e internacional. Lorando en el arte colombiano: el escultor Hugo Zapata murió.
Zapata nació en La Tebaida, Quindío, el 24 de marzo de 1945, pero desde la infancia vivió en Medellín, una ciudad que vio cómo estaba creciendo como creador. Fue creado en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia y en Arquitectura de la Universidad Nacional, la sede de Medellín. Desde la década de 1970, su nombre comenzó a destacarse en la escena artística en el campo de la integración de la escultura, la geología y la espiritualidad.
«Stone me dice cosas. Yo me llamo. Trabajo, escucho esto y trabajo», dijo Zapata. Su enfoque no era técnico, era casi místico. Usó Lutitas, óxidos de hierro y otros minerales, como si fueran voces de la tierra esperando la divulgación.
Fundador, maestro y guía de generación
Zapata no solo es recordada por su trabajo escultórico. Fue uno de los fundadores de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional en Medellín, donde realizó una transformación académica, que dio a los estudiantes autonomía para explorar su voz artística a partir de un enfoque experimental.
Su visión pedagógica rompió los patrones tradicionales. Los estudiantes no recibieron solo la teoría, sino el espacio de la libertad creativa. «El trabajo se crea a partir del paisaje, su geometría y formas ocultas. Esto es lo que enseñamos de esta manera», dijo.
Al mismo tiempo, era parte del grupo «Los Eleven Antioqueños», artistas reunidos por el oficial de libertad condicional Alberto Sierra, quien marcó el descanso en el arte tradicional colombiano. Dividió esta escena con nombres como John Castles, Dora Ramírez y Marta Elena Vélez.
Trabajo internacional y espíritu geológico; Lorando en el arte colombiano: el escultor Hugo Zapata murió
La pasión por las piedras no se limitó al local. Desde Bahía Solano hasta la gran sabana venezolana, recorrió ríos y montañas recolectando rocas, que luego se transformaron en esculturas monumentales. «Hay una piedra negra que encontré un ángel en salto y lo llevé a casa. Tiene un alma», dijo en una entrevista.
Participó en exposiciones en Chile, Brasil, México, Cuba, Inglaterra y Estados Unidos. En 1996 representó a Colombia en la Bienal de São Paulo con trabajo Espejos de agua. En Colombia, sus obras permanecen en colecciones privadas, museos y espacios públicos, como el campus de la Universidad de Antioquia, donde esculturas como Este o Testigos Permanecen como testigos físicos de su pensamiento.
En sus talleres El Etern, Antioquia, Zapata vivía en la comunión con piedras. «El paisaje me habla y el trabajo nace desde allí», dijo. De esta manera una serie como Canciones a la tierraEN Amantes o VigíaLleno de simbolismo y espiritualidad, que hoy consolidan su herencia como uno de los arte contemporáneo más fuerte de Columbia.
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