El líder del gigante, Kevin Arrigui, ha expresado su firme oposición a la decisión del gobierno local, que recientemente otorgó a la Personera Gelvi Esther Cabrera un permiso especial para asistir a una maestría en derechos humanos en Ibagué. Arrigui no solo descalificó esta elección como «Alcahueyeria», sino que también cuestionó la legitimidad que se le ha concedido a la autoridad política utilizada por los concejos municipales. En particular, mencionó a Rodrigo Martínez Trujillo, el primer vicepresidente del Consejo, como uno de los responsables de esta situación.
En un mensaje que compartió en sus redes sociales, Arrigui se preguntó, con ironía, si esta era realmente la opinión que los concejales esperaban en un momento tan crítico. Recordó que el «personal ni siquiera se resiste a Giant» y subrayó cómo su ausencia es notable y preocupante para la ciudadanía. «Sabían la cantidad de personas que vienen a pedirme ayuda porque saben dónde están, pero rara vez los ven», afirmó. Arrigui destacó que no hubieran solicitado su ayuda si estuvieran al tanto de lo que sucede en los vecindarios locales, evidenciando la desconexión entre los elegidos y la realidad de los ciudadanos. Según él, la licencia concedida está disociada del papel necesario de supervisión y responsabilidad que deben ejercer las entidades de derechos en el municipio.
Los concejos justifican su decisión
De acuerdo con la resolución firmada por Francisco Jesus Grijalba, el presidente del Consejo, y Rodrigo Martínez, la Personera Gelvi Esther Cabrera tiene autorización para ausentarse en varias fechas entre febrero y mayo de 2025, con el fin de asistir a su programa de maestría en la ciudad de Ibagué. El documento oficial destaca cada día que se le permite estar fuera y registra esta licencia en la señal pública del consejo, haciendo que la información sea transparente.
Aún así, muchos ciudadanos y líderes sociales tienen serias dudas sobre la justificación de esta decisión, sobre todo en un contexto en el que la presencia institucional de la Personería es más urgente que nunca. Este acto ha sido visto como una indulgencia institucional que, en vez de servir a las necesidades de la comunidad, se traduce en un desprecio a la responsabilidad local. Para muchos, esto es un gesto que contradice las leyes que exigen que los ciudadanos sean escuchados, acompañados y protegidos en sus derechos legales y en temas sociales.
La comunidad espera que los representantes elegidos no solo asuman sus responsabilidades, sino que también se comprometan a estar presentes y atentos a las demandas de aquellos a quienes deben servir. Este acontecimiento ha encendido un debate sobre la importancia de la rendición de cuentas en la política local y sobre la obligación de los funcionarios públicos de estar más involucrados en las realidades que enfrentan sus conciudadanos.
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