Las personas privadas de transacciones enfrentan el triple castigo: discriminación, abandono de la salud y violencia – – Noticias ultima hora

La población privada de libertad en Columbia está en la apariencia de una violación triple: debido a su estatus de encarcelamiento, condición incierta del sistema penitenciario y su identidad sexual. Esto fue advertido contra Valentina Villamarín, una profesional de investigación social en el Instituto Rosarist de Acción Social (Criaturas) de la Universidad de Rosario, en el análisis de las condiciones y necesidades de este grupo.

«Tratamos de comprender y hacer lo que está sucediendo en las prisiones del país, inmediatamente junto con la población de tráfico sin libertad. A nivel de números, las entidades INPEC o responsables no describen en detalle qué experiencias y necesidades específicas tienen en prisión», explicó el investigador en el Instituto de seres.

Según el libro «Los derechos para transformar y dignidad en personas seguidas privadas de libertad», la falta de espacios seguros, la falta de protocolos variados y la discriminación estructural son problemas permanentes. «En las prisiones de las mujeres y los hombres en las prisiones de las mujeres y los hombres, las mujeres son transexuales. Esto significa que las identidades sexuales no son respetadas y que se ocupan de la discriminación, el rechazo y la violencia física», dijo Villamarín, uno de los autores.

Entre las brechas principales detectadas por el Instituto de la Universidad de Beings de Rosario se encuentra el acceso a la salud con un enfoque sexual. Villamarín enfatizó que «la salud no solo afecta la enfermedad, sino que también debe incluir una adición a la identidad de género, lo que significa una garantía de atención endocrina y la entrega adecuada de hormonización». Sin embargo, advirtió que «muchas personas transforman el tratamiento, arriesgan su salud y, a veces, interrumpieron su tránsito como un mecanismo de supervivencia para evitar la agresión en los centros de prisión».

El investigador recordó que, aunque hay una resolución INPEC en el alcance del enfoque sexual, se creó «debido a fallas de atención, y no como una iniciativa general para garantizar los derechos». También señaló que las barreras permanecen en la entrada a la ropa de acuerdo con la identidad sexual y el reconocimiento de visitas íntimas sin discriminación.

Según los datos oficiales, 243 personas trans fueron identificadas en las cárceles en 2023. Villamarín advierte que este personaje se subestima porque «muchos no se reconocen públicamente como miedo a la discriminación o la violación».

La Picota y Villahermosa Caprysite: casos excepcionales

Para el investigador, el concepto de «espacio seguro» en las prisiones es básico, pero casi no existente en la prisión. «En muchos casos, las personas trans no pueden dejar sus células para ir al baño, participar en clases educativas o participar en talleres, por miedo a la violencia. Esto no es solo una discriminación verbal; hay agresión física y simbólica que tiene como objetivo destruir la identidad».

En su trabajo de campo, la Universidad de seres de Rosario identificó experiencias positivas, como la prisión de La Picot, en Bogotá, donde el activismo de las mujeres comerciales privadas de libertad permitió superar ciertos espacios de respeto, y un pabellón especial para la población LGBTIQ+ población de Villahermos, en todos. Sin embargo, Villamarín advierte que estos casos son únicos.

El investigador enfatizó que las necesidades de la población trans difieren de las necesidades de otros grupos sensibles en la prisión, como las personas nativas o las madres embarazadas, y que el diseño de los programas debe reaccionar a estas diferencias. «Este no es el mismo espacio educativo para una mujer de trance que para un hombre o una mujer cisgénero. Tienes que pensar en acciones y transacciones que realmente reaccionan a sus intereses y realidades», dijo.

Entrenar a la guardia: desde el discurso hasta la práctica

Villamarín llamó la atención sobre la necesidad de entrenar y sensibilizar al guardia de la prisión para eliminar las prácticas de discriminación que en muchos casos recrean la violencia. En este momento, el Instituto Beings es un diploma para 30 funcionarios de INPEC, centrándose en un enfoque variado, construyendo una habitación, resolviendo conflictos y un automóvil. «No es suficiente conocer la ley antiscriminación; debe enseñar cómo usarlos durante el día, desde el uso del pronombre correcto después de prevenir el abuso», explicó.

La capacitación incluye un módulo de aprendizaje de reparación para promover el daño y la reparación de la resocalización, así como las estrategias de salud mental para el personal de la prisión. «Queremos que los funcionarios no solo reciban información, sino que se conviertan en agentes de cambios capaces de reproducir estas prácticas en otras instituciones y proponiendo soluciones nacidas de su experiencia de campo», dijo.

Villamarín advirtió que la sobrepoblación, las condiciones de salud inciertas y los programas de resocalización no afectan a toda la población penitenciaria, pero en el caso de la transunicación de las personas, la violación es mayor. «La persona sufre dos o triple debido a sus condiciones de identidad de género, que requieren atención inmediata. No son privilegios, sino garantizar los derechos básicos que se rechazan hoy», concluyó. El libro «Los derechos para transformar y dignidad en la trata de personas sin libertad» fue escrito por Valentin Villamarín, Jorge Bermúdez y Giovanna predes y recibieron el apoyo de la red de la comunidad trans con los órganos del programa en prisión, las mentes en acción y la corporación Pazosferase. El documento puede ser consultado en el sitio web de HTTPS://Repositorio.urosario.edu.co/items/e9bcf9c48ca747c494eb8cfd77cbb7e

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