La procesión se transformó en un encuentro de la comunidad en Quilichao –

En el marco de la celebración de la Semana Santa, la localidad de Santander de Quilichao se convirtió en escenario de uno de los días más emotivos de sus celebraciones religiosas. Esto se vivió a través de una procesión especial dedicada a los niños, un evento que congregó a una gran cantidad de pequeños provenientes de diversos distritos, escuelas y comunidades aledañas. Con un espíritu de profunda devoción, los niños y niñas tomaron las calles ataviados con túnicas, albas, abrigos y coronas, simbolizando distintas figuras bíblicas y religiosas que enriquecen la herencia cristiana.

La actividad fue organizada de manera conjunta por varias parroquias locales, quienes contaron con el valioso apoyo de padres, maestros y líderes comunitarios. La ruta de la procesión dio inicio en la iglesia, punto de partida donde se dio comienzo a un recorrido que incluyó una serie de canciones, letanías y estaciones de oración que fueron cuidadosamente adaptadas para ser comprendidas y disfrutadas por los más jóvenes. A lo largo del camino, se hacía evidente la seriedad y el sentido de pertenencia que los niños mostraban, asumiendo con gran respeto sus respectivos papeles en esta significativa manifestación de la fe que une a la comunidad.

María Fernanda Gómez, madre de uno de los niños participantes, expresó con entusiasmo: «Llenamos nuestros corazones para que nuestros hijos participen en mucho amor. Esto es más que una simple tradición: es un grano de espiritualidad que florecerá en sus vidas».» Las aclamaciones y las sonrisas de los niños no tardaron en aparecer, mientras las familias se reunían en plataformas a lo largo de la ruta, saludando con orgullo a sus pequeños. Muchos, con cámaras en mano, inmortalizaban este momento tan especial capturando fotografías y grabaciones que quedarán como recuerdo de una jornada inolvidable. Además del contenido inherentemente religioso de la procesión, el evento se transformó en un espacio de encuentro comunitario, colmado de ternura y esperanza. Una participante no pudo contener las lágrimas al ver a su hija vestida de ángel, involucrándose en la oración con tal fervor que tocó el corazón de todos los presentes.

Los organizadores de la procesión subrayaron la importancia del papel activo que los niños desempeñaban, así como la crucial participación de sus padres. «No solo eran observadores; se convirtieron en los héroes de su fe. El mensaje que queremos transmitir es claro: la tradición se mantiene viva y se fortalece cuando se siembra desde la infancia», compartió uno de los participantes, dejando claro que el futuro de las tradiciones religiosas depende en gran medida de estas experiencias compartidas desde la niñez.

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