La Oficina del Alcalde de Ibagué, liderada por la abogada Johana Aranda, se ha encontrado en medio de una intensa oleada de críticas y descontento público tras la difusión de un video promocional que retrata a Ibagué como un atractivo destino turístico. Esta presentación, pensada para resaltar las maravillas y posibilidades que ofrece la ciudad, ha sido, en cambio, recibida con gran escepticismo y desaprobación por parte de muchos ciudadanos. Las redes sociales se inundaron de comentarios que cuestionan la viabilidad de tales afirmaciones, poniendo de manifiesto una desconexión entre la imagen idealizada que se ha querido proyectar y la realidad cotidiana que enfrentan los ibaguereños.
Los detractores del video han señalado, con razón, el deterioro de las infraestructuras, especialmente las carreteras, que se encuentran en condiciones deplorables, lo que constituye un obstáculo significativo para el desarrollo turístico. La situación del agua en la ciudad también ha sido un tema recurrente en las críticas; la falta de acceso constante y de calidad en este recurso vital ha llevado a que muchos ciudadanos cuestionen la capacidad del gobierno local para abordar problemas fundamentales que afectan su calidad de vida.
Asimismo, la inseguridad ha emergido como otra de las grandes preocupaciones en la opinión pública. Los altos índices de criminalidad y la sensación de inseguridad han llevado a los residentes a dudar de la efectividad de la administración de Johana Aranda en la protección de la comunidad. La percepción de que el alcalde está más interesado en promover una imagen turística que en resolver los problemas que asolan a la ciudad ha generado un clima de desconfianza y frustración, acentuando la crítica a su gestión.
El desempleo también se manifiesta como un tema vital para la ciudadanía de Ibagué. La falta de oportunidades laborales ha sido un punto crítico que resuena en muchos de los comentarios que han surgido en respuesta al video. Los ciudadanos han expresado que, antes de invertir esfuerzos en promocionar la ciudad como un destino turístico, se necesita una atención urgente a las problemáticas que afectan a la población trabajadora, que lucha día a día por mantener a sus familias. Esta combinación de problemas ha dado pie a la percepción general de que la gestión de Johana Aranda es «no apta y corrupta», lo que se refleja en la cantidad alarmante de comentarios negativos que han surgido, sumando más de 70 respuestas críticas que exigen más atención y compromiso por parte del gobierno municipal.
En resumen, la situación actual en Ibagué pone de manifestación un profundo desencanto hacia la administración de Johana Aranda. Los ciudadanos están reclamando respuestas concretas y acciones decisivas que aborden los problemas esenciales que obstaculizan el desarrollo de la ciudad, en lugar de un enfoque meramente superficial que busca atraer turistas sin una base sólida que justifique tal aspiración.
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