La electrónica orgánica transformará la medicina y la informática: un especialista.

Martes 6. Mayo de 2025. Mientras que las computadoras han sido tradicionalmente fabricadas con silicio, alcanzando así límites físicos y de energía que se vuelven rápidamente evidentes, la aparición de la electrónica de pantalla se presenta como un novedoso límite tecnológico que podría transformar tanto la computación como la medicina. Esto es lo que opinó Gerardo García Neis, profesor del Instituto UNAM, durante una reciente entrevista.

En la conversación, García Neis destacó que este fenómeno no solo tiene el potencial de cruzar los límites actuales en cuanto al tamaño de los dispositivos, sino que también podría integrar el cuerpo humano como una extensión funcional del sistema nervioso. «Estamos entrando en una nueva fase que implica una fusión biológica y tecnológica. Su alcance podrá abarcar desde el control de enfermedades neurológicas hasta el desarrollo de neuronas artificiales», afirmó el experto.

García Neis explicó que el progreso de las últimas décadas en el ámbito de la computación de silicio ha logrado una miniaturización impresionante de los componentes, incluyendo los transistores. Sin embargo, esta tendencia parece haber tocado fondo, dado que ya hemos alcanzado los tres nanómetros en términos de miniaturización, y replicar este proceso se ha vuelto extremadamente complicado. «Los desafíos incluyen problemas relacionados con la calefacción, la densidad de componentes y el alto consumo energético que estos dispositivos requieren», detalló.

Bajo este contexto, la electrónica orgánica se presenta como una alternativa prometedora. Utilizando materiales como el carbono y los grafenos, esta nueva tecnología permite construir circuitos que son delgados, flexibles, energéticamente eficientes y biocompatibles. «Desde el punto de vista energético, el cerebro humano tiene una base de carbono y es significativamente más eficiente que cualquier computadora de silicio», explicó García Neis.

Este enfoque innovador en el ámbito informático ha llevado al desarrollo de computadoras neuromórficas, que son capaces de procesar la información de manera más similar a la forma en que lo hace el cerebro humano, todo mientras operan con una mayor eficiencia energética. Además, se están creando chips que son tanto flexibles como biodegradables, lo que los hace ideales para aplicaciones en dispositivos portátiles o desechables. También se investiga su uso en robots blandos, que podrían interactuar y comunicarse con su entorno de una manera más natural y efectiva.

Integración en el cuerpo humano

Dentro del campo de la electrónica orgánica, uno de los materiales estrella es el grafeno, conocido por ser una hoja extremadamente delgada de átomos de carbono que posee propiedades excepcionales, como alta conductividad eléctrica, ligereza y resistencia. «Gracias a esto, se pueden fabricar electrodos más pequeños y precisos, lo que permite una mejor integración en el cuerpo humano», indicó García Neis.

En el ámbito de la salud, ya se han desarrollado aplicaciones médicas concretas; por ejemplo, cerebros artificiales que utilizan grafenos para controlar funciones motoras en niños, dispositivos para monitorear y tratar enfermedades, así como neuronas artificiales. «Las funciones motoras ahora pueden ser controladas mediante dispositivos de carbono que se instalan en el cerebro y son capaces de leer su actividad en tiempo real, ayudando a restaurar habilidades neurológicas y permitiendo que los pacientes caminen nuevamente», declaró el investigador.

No obstante, el avance acelerado de esta tecnología también presenta nuevos dilemas éticos. «Existen ejemplos, como el de Robocop, que causan preocupación en esta evolución tecnológica, aunque también hay esperanzas en que las personas puedan recuperar la visión, controlar ataques epilépticos y superar la parálisis», comentó García Neis.

Para el académico, este es un debate urgente: «¿Quién tiene el control sobre esta tecnología? ¿Cómo se regulará? ¿Podría esto llevar a decisiones erróneas o peligrosas? En última instancia, podríamos evolucionar hacia seres más avanzados, pero no necesariamente biológicos, sino dirigidos por esta tecnología».

En relación con el papel de México en este avance, García Neis reconoció un retraso en la investigación aplicada, aunque también hizo hincapié en el potencial que tiene el país. «Ya hay grupos trabajando en esta línea; me enfoco en la teoría, pero hay otros que abordan distintas perspectivas. Sin embargo, es crucial que se impulse más esta investigación, ya que es una tecnología clave para el desarrollo estratégico», concluyó.

Mirando hacia el futuro, García Neis trazó una analogía con los inicios de la humanidad: «En la Edad de Piedra, la revolución de la piedra representaba una herramienta que extendía las capacidades humanas. Hoy en día, esta extensión no se detiene solo en el cuerpo físico».

«Como siempre, la tecnología manifiesta esta dualidad: una herramienta puede ser utilizada para moler maíz o ser arrojada como arma en un conflicto. La misma lógica se aplica a la electrónica orgánica. Lo importante radica en cómo elegimos utilizar esta capacidad», finalizó.

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