La vida de la antigua preparación de Uruguay al pasó como en las escenas de una película. Desde su adolescencia, Pepe Mujica se involucró en el Movimiento Nacional de Liberación-Tupamaros, un grupo guerrillero que luchó por la justicia social en Uruguay. Posteriormente, fue encarcelado durante la dictadura militar, pero más tarde emergió como presidente del país bajo el partido Frente Amplio. Su vida estuvo marcada por la lucha, la resistencia y una batalla contra el cáncer de esófago que finalmente le costó la vida.
14 de mayo de 2025. Pepe Mujica, conocido por muchos simplemente como «Pepe», será recordado no solo por sus múltiples facetas como político y líder, sino especialmente por la profunda sabiduría que expresó a lo largo de su vida. José «Pepe» Mujica nació el 20 de mayo de 1935 y falleció el martes, a la edad de 89 años. Su historia es asombrosa: comenzó como una guerrillera Tupamaro y alcanzó la presidencia el 1 de marzo de 2010, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y cambio.
A principios de 2025, Pepe decidió retirarse de la vida pública, deseando encontrar paz en su granja, mientras luchaba contra un cáncer de esófago avanzado. «Lo que estoy buscando es dejarme solo. No me piden más entrevistas ni nada más. Mi ciclo ha terminado. Honestamente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a sus vacaciones,» expresó en una entrevista, dejando claro su deseo de privacidad en sus últimos momentos.
El pasado domingo, su notable ausencia en las elecciones municipales fue una clara señal de su deterioro de salud. Su compañera de vida y política, Lucía Topolansky, confirmó que estaba recibiendo cuidados paliativos. Aquel día fue especialmente significativo, ya que iba a cumplir 90 años. Su sucesor político, el actual presidente Yamandú Orsi, comentó que la situación era grave. En un homenaje en la Red X, el presidente destacó: «Te extrañaremos mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu gente.»
Los ciudadanos de Uruguay tendrán la oportunidad de darle su último adiós desde el miércoles hasta el mediodía del jueves. Los restos de Mujica serán trasladados desde la torre ejecutiva a varios puntos emblemáticos de Montevideo, incluyendo la sede del Movimiento de Participación Popular (MPP) y el Palacio Legislativo, en un recorrido que representa su rica trayectoria.
Porque la vida de Pepe pasó como en las escenas de una película. Un momento emblemático ocurrió cuando, ante una multitud, proclamó: «No me voy», durante su último acto en la banda presidencial el 28 de febrero de 2015. Fue una despedida emocional, donde reafirmó su conexión con su pueblo, destacando su deseo de estar con ellos en todo momento, compartiendo su amor por la vida y su compromiso con la justicia.
En ese contexto, al dejar la presidencia en 2010, Mujica dejó en claro que no se apartaría de la política. Fue elegido presidente el 29 de noviembre de 2009, un año en el que se había convertido en una referencia histórica del movimiento popular. La gratitud del pueblo se reflejaba en las calles, donde muchos lo abrazaban y saludaban con cariño.
Durante su gobierno, se aprobaron leyes significativas, tales como la regulación de la producción y comercialización de cannabis, la legalización del aborto y el matrimonio igualitario, mostrando un compromiso con los derechos humanos y la soberanía. También destacó la reparación histórica para los ex Mujić, en cumplimiento de las decisiones del Tribunal Interamericano de Derechos Humanos sobre el caso Gelman.
La memoria del capítulo de verdad y justicia se convertiría en un desafío durante su gobierno, enfrentándose a los claroscuros de su legado. A pesar de los esfuerzos, existieron dificultades para eliminar la ley de caducidad, que otorgaba impunidad a los militares y policías acusados de crímenes de lesa humanidad. Asimismo, la controversia se intensificó con el nombramiento de Manini Ríos al frente del ejército, quien se convirtió luego en un politólogo de extrema derecha.
Vida militante
Pepe Mujica decidió donar casi el 90% de su salario como presidente a obras de caridad, y continuó viviendo de manera sencilla en su granja en Rincón del Cerro, al oeste de Montevideo, junto a Lucía Topolansky, quien en ese momento era senadora. Elegía una forma de vida humilde y disfrutaba de cultivar flores y verduras. El reconocido cineasta Emir Kusturica afirmó que «Pepe representa la esencia de la vida».
Cerca de Rincón del Cerro, en Paso de la Arena, creció en un contexto de clase trabajadora, que más tarde resistiría la última dictadura (1973-1985). Utilizando la hectárea familiar, Pepe cultivaba hortalizas y vendía flores, una actividad que comenzó tras el fallecimiento de su padre, Demetrio Mujica.
Los inicios militaristas de Mujica se remontan a su adolescencia. «Comencé en un grupo de anarquistas a los 14 años», explicó María Ester Gilio en su libro Pepe Mujica, de Tupamaro al presidente. Estudió las ideologías de izquierda y se sumergió en el marxismo. Este contexto lo llevó a una búsqueda de justicia, enrolándose en la lucha armada con el movimiento de liberación Tupamaro, en una guerra urbana inspirada por la Revolución Cubana. Fue arrestado por primera vez en 1964.
A lo largo de los años, fue encarcelado múltiples veces y participó en el hecho conocido como «la fuga de Punta Carretas» en 1971, que se convirtió en una de las escapadas más significativas en la historia carcelaria uruguaya, liberando a 111 prisioneros, entre los cuales había 106 guerrilleros.
Tras el golpe de estado en 1973, Mujica fue víctima de la dictadura. En el libro Recuerdos de estiércol, Fernández Huidobro relata su experiencia junto a otros prisioneros. «Una noche de septiembre de 1973, nueve militantes del Movimiento Nacional de Liberación de Tupamaros fueron sacados de sus celdas con miras a la libertad… un largo viaje de resistencia duró exactamente once años, seis meses y siete días».
Fue en esos oscuros momentos donde comenzó a desarrollar la habilidad de comunicarse con los demás, incluyendo a los que se encontraban en la misma situación. A principios de los años 80, terminó en un hospital militar donde le recomendaron dejar de leer y escribir; en respuesta, Mujica desechó las pastillas que le habían dado. «Pepe Mujica, de Tupamaro al presidente.«
Su madre, Lucía, durante una de sus visitas en la prisión, profetizó que la carrera de su hijo apenas comenzaba: «Serás presidente gracias a tu espíritu indomable», le auguró.
Pepe Mujica recuperó la libertad gracias a una amnistía en 1985. Al año siguiente fue electo diputado, luego senador, y en 2005 se convirtió en ministro de Ganadería y Agricultura en el primer gobierno de Tabaré Vázquez.
En la campaña
Su activismo y pensamiento crítico siempre buscaron la conciencia social en Uruguay y América Latina. Mujica fue diagnosticado con cáncer de esófago en mayo de 2024. En uno de sus últimos discursos dijo: «Hoy fue un día difícil. Estoy consciente de que el reloj avanza, pero debo ser valiente», afirmó mientras se encontraba en una silla de ruedas, siendo un símbolo de resistencia y dignidad.
En una reciente entrevista con el New York Times, se autodenominó un «filósofo sin pelos en la lengua», afirmando que «la vida es hermosa. Con todas las adversidades, yo amo la vida, aunque se va». Cuando se le preguntó cómo le gustaría ser recordado, enfatizó: «Como el viejo loco que sabía como jugar con las palabras».
Una de sus obsesiones durante su vida política fue la unidad en América del Sur. «No pienso en la integración para mañana. Pienso en el futuro a 25 o 30 años. Debemos aprender a soportarnos, sin importar el lado político», afirmaba, evocando la mayor esperanza de integración regional. Siempre recordado por su idiosincrasia, por su vínculo con líderes como Chávez y Cristina Kirchner, Mujica será un legado imborrable en la historia de América Latina.