Minerales críticos y país raro, nuevo mapa de poder (economista Tábano)
Para el año 2025, se prevé una intensa competencia global por el control de minerales críticos, tales como países raros, y fuentes esenciales de litio y cobalto, así como por recursos energéticos que incluyen petróleo, gas y energías renovables. Este desafío está reconfigurando el equilibrio geopolítico mundial, generando un impacto significativo en la seguridad tecnológica y militar de las naciones. Además de redefinir las alianzas entre países, esta situación está intensificando los conflictos existentes y creando nuevas formas de dependencia y adicción económica.
Para poder entender el rol estratégico de los países raros en este contexto, es fundamental formular algunas preguntas clave:
– ¿Qué son exactamente los países raros?
– ¿Cuáles son sus aplicaciones tecnológicas y en qué sectores son necesarias?
– ¿Cómo se distribuye su producción a nivel global?
– ¿Qué efecto tiene la fuerza imperial sobre su control y manejo?
Los países raros se componen de un grupo de 17 elementos químicos que son esenciales para el desarrollo de tecnologías avanzadas en la era moderna. Estos elementos poseen propiedades magnéticas, catalíticas y ópticas únicas que los convierten en materiales de vital importancia en sectores como la energía verde, la electrónica, y la defensa militar.
A pesar de su nombre, que sugiere una cierta escasez, los países raros no son realmente tan difíciles de encontrar. La complejidad y el alto costo de su extracción, sumados a los rigurosos procesos técnicos que requieren, son lo que realmente los hace escasos en términos prácticos y económicos. Estos materiales tienen múltiples aplicaciones, que abarcan desde dispositivos electrónicos como teléfonos móviles y computadoras, hasta energías renovables a través de turbinas eólicas y baterías. Además, son componentes esenciales en la fabricación de vehículos eléctricos, equipamiento médico, semiconductores y sistemas de armamento avanzado, incluyendo bombas, misiles, y aviones de combate como el F-35.
La distribución de estos valiosos recursos es sumamente desigual. Actualmente, China controla alrededor del 60% de las reservas conocidas y gestiona aproximadamente el 90% del procesamiento global de estos minerales. Este liderazgo en el sector no siempre fue tan predominante. En 1993, China solo tenía el 38% de la capacidad de procesamiento mientras que EE. UU. contaba con un 33%. Sin embargo, debido a factores ambientales y de costo, las potencias occidentales decidieron trasladar la producción a Asia, lo que otorgó un control estratégico a Beijing.
El resultado de esta decisión es alarmante. Hoy en día, Materiales de MP, la única compañía que se dedica a la explotación de países raros en los Estados Unidos, destina el 100% de su producción a China para que este país la someta a su sofisticado proceso de fabricación. De este modo, cerca del 80% del producto terminado regresa a EE. UU. Por ejemplo, un avión de combate F-35 requiere aproximadamente 420 kilogramos de materiales raros; un submarino necesita hasta 4,600 kilogramos. La dependencia de estos recursos es total y crítica.
En respuesta, Estados Unidos intenta diversificar y romper esta dependencia mediante la construcción de una cadena de suministro propia. Este objetivo no es fácil de alcanzar y requiere un proceso que abarca tres fases clave:
1. Identificación de territorios ricos en recursos.
2. Extracción y procesamiento de los minerales.
3. Consolidación del valor de la cadena de suministro.
Esta competencia geoeconómica revive patrones históricos. Comúnmente, los recursos estratégicos se encuentran en zonas políticamente inestables, o se convierten en tales precisamente por su riqueza. ¿Los conflictos son inherentes a estas áreas por sí mismas, o son consecuencia del deseo de poseer los recursos que contienen? La historia del petróleo a lo largo del siglo XX ofrece valiosas lecciones al respecto.
Hoy en día, el caso de Ucrania es particularmente relevante. Un año después de la sanción de la Ley europea sobre materias primas críticas, se han reconocido 12 minerales estratégicos, incluidos el litio, el níquel y los países raros. Esto plantea la pregunta: ¿es pura coincidencia que la paz siga posponiéndose?
Aún más, en África Central, la Unión Europea mantiene un acuerdo con Ruanda para importar minerales «3T» (estaño, tungsteno y tantalio), los cuales se extraen incorrectamente de la zona norte de la República Democrática del Congo (RDC). Desde enero de 2025, el grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, controla las rutas de extracción y transporte hacia su país, lo cual complica aún más la situación. Estos minerales se entrelazan con la producción local, que luego se exporta legalmente a Europa.
En respuesta a esta situación, el presidente de la RDC, Félix Tshisekedi, ha ofrecido al ex presidente Donald Trump acceso preferencial a estos minerales a cambio de apoyo militar en su lucha contra el M23. Esta lógica de seguridad de materias primas se aplica también en el conflicto ucraniano, donde las compañías estadounidenses controlan instalaciones de energía y minería que Rusia evita atacar, ya sea por interés común o por disuasión militar.
La lucha por los minerales críticos ha trascendido hacia un conflicto comercial significativo. Estamos ante una guerra híbrida marcada por sanciones económicas, presión diplomática y manipulación de cadenas de suministro, todo ello respaldado por acciones gubernamentales, ya sea de forma directa o indirecta.
Diversas regiones del mundo ya se perfilan como puntos calientes de esta nueva dinámica geoestratégica:
– África: Principalmente en la lucha por el control del litio y el cobalto, con un enfoque particular en la RDC.
– Mar del Sur de China: Donde el control de los recursos raros se entrelaza con tensiones territoriales en la región.
– Triángulo del Litio (Argentina, Bolivia y Chile): Estas tres naciones poseen más del 50% de las reservas de litio a nivel mundial.
– Ártico: Aquí, el deshielo de los depósitos naturales ha generado una competencia acérrima entre Rusia, Estados Unidos y Canadá.
¿Está el mundo encaminado hacia un nuevo «Balance de terror mineral», similar al que existió con las armas nucleares durante la Guerra Fría? ¿O se avecinan guerras abiertas por el control de recursos estratégicos? Sin lugar a dudas, el año 2025 será crucial para determinar si Occidente podrá alcanzar la independencia del dominio chino sobre materias primas esenciales, un objetivo que hoy parece distante.
En el próximo artículo, la atención se centrará en América Latina, donde se delinean las tensiones como un campo de batalla secundario entre Estados Unidos y China, con sus minerales como trofeos y las autoridades locales como piezas de un complicado rompecabezas político.
16.05.2025