Estado en dólar como reserva de valor en términos de mercados:

La situación actual del dólar americano ilustra una creciente presión en los mercados globales, culminando en una caída significativa que ha llevado al dólar a sus niveles más bajos en casi tres años. El índice Dxy, que actúa como una medida clave de la fuerza del dólar en comparación con una cesta de monedas principales, ha perforado el nivel psicológico de 100, situándose por debajo de 99.2. Esto marca su punto más débil desde abril de 2022. La depreciación experimentada, que excedió el 1% el viernes y se acumula en torno al 2% por semana, representa la disminución semanal más importante desde noviembre de 2022. Sin embargo, este fenómeno no es un evento aislado; se trata de una tendencia más profunda que refleja una creciente incertidumbre sobre los activos estadounidenses y el papel tradicional del dólar como refugio global.

La intensificación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China actúa como el catalizador principal de esta debilidad. La última subida de tarifas ha visto a Beijing elevar las tasas a bienes estadounidenses hasta un 125% como represalia por las decisiones de Washington, que aumentó los aranceles un 145%. Esta guerra comercial muestra un claro deterioro, sin signo alguno de una pronta tregua. Este enfrentamiento sin cuartel está erosionando la confianza de los inversores y generando un notable retiro de activos estadounidenses. El impacto económico potencial de esta confrontación se percibe como alarmante, especialmente por el temor a sus efectos negativos sobre la economía de Estados Unidos, lo que influye considerablemente en el sentimiento del mercado.

Junto con la fricción comercial, hay una tendencia inquietante: el declive del atractivo de los bonos del Tesoro en dólares y de otros activos estadounidenses como refugios. Históricamente, durante períodos de incertidumbre global, estos instrumentos atraían flujos de capital en busca de seguridad. Sin embargo, las dinámicas actuales sugieren una preocupante desconexión. Antes de esta turbulencia global, tanto el dólar como los bonos eran vistos como “refugios seguros”; sin embargo, la situación actual indica que algo fundamental podría estar cambiando.

Este fenómeno puede señalar el comienzo de un cambio de paradigma generacional. La continuidad de la variabilidad y la imprevisibilidad que rodea a la actual administración de EE. UU., comparable a la del gobierno de Trump, ha sembrado dudas sobre la estabilidad a largo plazo de sus políticas económicas y exteriores. Esto, inevitablemente, socava la credibilidad de los activos de América del Norte como reservas duraderas. Podríamos estar ante la posibilidad de que se pierda el estado privilegiado de los activos estadounidenses en los portafolios globales debido a la percepción del riesgo político en Estados Unidos.

Desde un punto de vista técnico, la pérdida del umbral de 100 en el Dxy es significativa. Si bien el índice halló apoyo temporal alrededor del nivel de 61.8% del retroceso de Fibonacci, que se generó a partir del repunte iniciado en 2021 (cuando la Reserva Federal optó por una postura más restrictiva), la presión bajista persiste. Un quebrantamiento decisivo por debajo de este soporte técnico podría abrir la puerta a caídas aún más profundas.

Mientas miramos hacia el futuro, la evaluación del dólar estadounidense dependerá, en gran medida, de la capacidad de Estados Unidos para proyectar estabilidad política y recuperar la confianza a nivel internacional. El desarrollo continuo del dólar como moneda de reserva global ya no se ve como algo obvio; dependerá de si el mundo puede seguir confiando en Estados Unidos como un líder estable y predecible, tal como lo fue en generaciones pasadas. La pregunta fundamental radica en si la percepción de los riesgos asociados a Estados Unidos continuará pesando más que sus fundamentos económicos, lo que podría redefinir el panorama financiero global.

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