El evidente giro político en la oficina del alcalde Ibagué sigue iluminado por la sombra de Andrés Hurtado. A pesar de que la alcaldesa Johana Aranda ha efectuado cambios recientes significativos en su administración, incluyendo una transformación clave en su equipo cercano, la sensación en los pasillos del gobierno local es que no se requiere una ruptura sustancial.
«Este es un giro de 360 grados», argumentan algunos funcionarios, sugiriendo que la influencia del exalcalde, que ha trasladado su actividad a Tolima, aún permea las decisiones actuales. Un foco de atención relevante en este momento es el Ministerio de Administración, y los nombres mencionados para ocupar este cargo generan inquietudes y especulaciones.
Proximidad
Las posibilidades se centran en personas que mantienen cercanía con el Uribismo, tales como el abogado Henry Torres o el actual gerente de fútbol de Ibagué, Milton Restrepo. Sin embargo, en ambos casos, persisten numerosas incógnitas. Específicamente, RESTREPO ha sido vinculado cercanamente con Hurtado, y aunque su nombre ha aparecido en la prensa como una posible cuota del Centro Democrático, el propio partido ha negado su afiliación.
Esto sugiere la existencia de una estrategia orientada a proyectar independencia sin romper los lazos que Hurtado todavía sostiene desde las sombras del poder político.
Mirar
De acuerdo con diversas fuentes en el ámbito político, Johana Aranda está intentando establecer conexiones con el Centro Democrático, posiblemente como parte de una estrategia más amplia que también afecta el futuro político de su esposo, Juan Arturo Gutiérrez, quien, según se ha afirmado, no está alineado con Andrés Hurtado.
No obstante, este movimiento suscita más interrogantes que certezas: ¿se está produciendo una auténtica transición hacia otra corriente política, o se trata de una reestructuración táctica que mantiene intactos los acuerdos previos?
Continuación
El diputado Felipe Ferro, representante del Centro Democrático, ha dejado claro en numerosas ocasiones que los recientes movimientos no representan una crisis interna ni una revisión de su estrategia. En su perspectiva, lo que está ocurriendo en el gobierno de Aranda es simplemente un «cambio superficial», donde las personas pueden rotar, pero las fuerzas que las respaldan se mantienen inalteradas.
Por consiguiente, el nombramiento del nuevo personal gubernamental se convierte en un asunto crucial para determinar si la alcaldesa realmente se separa del pasado o si sigue operando bajo la influencia de su predecesor. Los días venideros serán decisivos. Si Aranda elige a alguien verdaderamente ajeno a Hurtado, esto marcaría el inicio de una distancia genuina de su mentor político. Por el contrario, si opta por nombrar a una figura que ha sido «uribista presionado», es evidente que Ibagué es más que un simple cambio de dirección; podría ser visto como un mero embellecimiento político.
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