Escándalo en la capital: Policía encarcelado por movilizar panfletos, armas y drogas del ELN – – Noticias ultima hora

En un caso que reveló un nivel inaceptable de infiltración de elementos ilegales y propaganda ideológica en la institución policial, la Fiscalía General de la República (FGN) formuló cargos y un juez de control de garantías dictó medida de seguridad carcelaria contra tres agentes de la Policía Nacional de Colombia y un civil por transportar droga, armas y panfletos referidos al grupo armado ELN, a los hechos ocurridos el pasado 24 de octubre en la ciudad de Los Mártires, en el centro de Bogotá.

Detalles de la operación

La investigación reveló que unidades de vigilancia de la Jefatura de la Policía Metropolitana observaron un vehículo oficial estacionado en la vía pública que llamó la atención por su presencia de larga duración. Al acercarse, los agentes determinaron que en el interior se encontraban los policías identificados como Cristian Yucepe Uribe Niño, Gilberto Silva Dussán y Luis Carlos Bermúdez Rojas, quienes no vestían los uniformes de la institución.

Durante el registro del vehículo de la empresa se encontró lo siguiente:

  • Medicamentos que aún no han sido incluidos en un informe público.
  • Folletos de propaganda del EL N.
  • Dos matrículas de vehículos falsas.
  • Un arma policial, sin poder disparar, y dos armas más con el logo de la institución.
  • Dos portátiles.
  • En paralelo, fue detenido un civil, Jaime Alberto Salazar Jiménez, quien vestía uniforme policial no institucional y conducía una motocicleta reportada como robada, la cual escoltaba a un vehículo interceptado.

Imputación y contexto legal

La fiscalía acusó a cuatro personas de: recibir; malversación de fondos con fines de explotación; falsificación de marcas; uso ilegal de uniformes e insignias; uso ilegal de muebles y bienes inmuebles; y tráfico, fabricación o posesión de drogas. Ninguno de los acusados ​​se declaró culpable de los cargos y el juez les impuso una orden de restricción en espera del juicio.

Repercusiones institucionales

Este caso no sólo expone la conducta criminal de la Policía Nacional, sino que también plantea interrogantes sobre la infiltración de grupos armados ilegales como el ELN en las zonas urbanas de Bogotá. Los analistas han señalado que la presencia de propaganda guerrillera en un vehículo oficial y vinculada a agentes policiales constituye un «cruce de líneas rojas» en términos de seguridad, instituciones y control del Estado.

Los órganos de control interno de la Policía ya han anunciado que, además de los procedimientos judiciales, iniciarán las investigaciones disciplinarias correspondientes, que podrán derivar en despidos, sanciones administrativas y ejemplares. La Fiscalía, por su parte, indicó que tales actividades son resultado de un trabajo de inteligencia que se está fortaleciendo precisamente para detectar estas formas de corrupción e infiltración.

Marco y consideraciones más amplios

  • Este episodio se produce en medio de crecientes preocupaciones sobre la presencia de grupos ilegales que operan tanto en áreas rurales como urbanas y buscan infiltrarse en las instituciones estatales para brindar protección, logística o legitimidad.
  • La ciudad de Los Mártires en el centro de Bogotá es blanco del narcotráfico, el microtráfico y la presencia de pandillas que operan en entornos urbanos, aumentando la vulnerabilidad institucional y el control estatal.
  • La captura de policías y civiles, utilizando panfletos del ELN, coincide también con recientes alertas de inteligencia sobre propaganda y reclutamiento del grupo armado en zonas urbanas, fuera de sus tradicionales zonas rurales.

¿Qué sigue?

El proceso continuará, iniciando con la etapa de audiencia oral y determinando la responsabilidad penal, disciplinaria y administrativa. También se espera que el caso impulse reformas en el control y supervisión de la policía nacional en ciudades como Bogotá, particularmente en lo que respecta al uso de vehículos oficiales, patrullas uniformadas y cadenas de control de armas. Además, plantea la necesidad de revisar los programas de inteligencia para detectar vínculos entre miembros de la fuerza pública y organizaciones ilegales.

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