Era una central de energía nuclear desierta. Ahora tiene una nueva vida como el laboratorio acústico que aún existe en el mundo.

En un rincón rural del estado de Washington, se erigen dos imponentes torres de enfriamiento, alcanzando casi los 150 metros de altura. A primera vista, podrían parecer las características de una planta de energía nuclear, pero en realidad, se trata del laboratorio acústico conocido como NWAA, que ostenta la distinción de ser uno de los centros de investigación más relevantesen el ámbito de la acústica a nivel mundial.

Una planta de energía nuclear abandonada. Este laboratorio fue erigido sobre las bases de un ambicioso proyecto que nunca llegó a materializarse: los proyectos nucleares de Washington en Elma. Las plantas 3 y 5, que constituían una parte esencial del mayor complejo de energía nuclear en los Estados Unidos, fueron dejadas en el abandono durante la década de 1980 y nunca llegaron a fusionar un solo átomo en su interior.

Las edificaciones fueron concebidas con un diseño capaz de soportar una amplia gama de efectos adversos, incluyendo terremotos devastadores. Esto hizo que la tarea de demoler estas estructuras para adaptar el laboratorio NWAA a sus necesidades fuese extremadamente costosa y compleja. Así, el reactor nuclear se ha convertido en la cámara de reverberación, la sala de turbina ahora sirve como la cámara anecoica y el área de control del antiguo reactor se ha transformado en la sala de control del laboratorio. Hoy, estas instalaciones, que aún conservan sus rasgos originales, forman un laberinto que resulta verdaderamente «inquietante».

Las instalaciones ideales. El proyecto de los Laboratorios NWAA fue concebido por Ron Sauro, un ingeniero tanto eléctrico como mecánico, cuya formación se remonta a Stanford. Ron combina su experiencia en la NASA con su pasión musical, pues fue keyboardista en el grupo los Rivieras, que dejó su huella con un exitoso sencillo dorado en 1963.

La fachada del laboratorio presenta paredes de 1.5 metros de grosor y ocho capas de refuerzo, cuidadosamente diseñadas para soportar un terremoto de la magnitud 10 y resistir la presión de 10 megatones en su techo. El diseño interior del lugar está aislado de su entorno mediante una zanja, lo que minimiza la propagación de vibraciones y sonidos externos.

Además, dentro de esa zanja, se encuentra un contenedor circular fabricado en acero, originalmente destinado a funcionar como reactor nuclear. La totalidad de la instalación se asienta sobre una capa de arenisca que supera los 3,000 metros de espesor, creando un entorno perfecto para los estudios acústicos.

Un silencio casi absoluto. Gracias a la excepcional estructura de estas instalaciones, los Laboratorios NWAA albergan las dos cámaras de reverberación más grandes del mundo. En estas salas, el sonido puede rebotar hasta 28 segundos sin perder fuerza debido a la falta de materiales absorbentes. Este fenómeno permite medir tanto la potencia acústica de diferentes fuentes sonoras como la capacidad de absorción de diversos materiales.

Además de las cámaras de reverberación, el laboratorio cuenta con espacios anecoicos, los cuales están diseñados para absorber el sonido y simular una habitación completamente libre de reflexiones. En estas salas, el silencio logrado es casi absoluto, con un ruido de fondo que alcanza los -43 dB, por debajo del umbral de audición del ser humano. En la antigua sala de turbinas, que se extiende a lo largo de 198 metros, la duración de las reflexiones puede alcanzar más de 160 ms, lo que no afecta a ciertas mediciones importantes.

Quien usa este laboratorio. Los laboratorios NWAA son el centro de pruebas para la industria del audio. Los sistemas de sonido representan alrededor del 20% de su negocio, habiendo recibido más de 3,000 altavoces de aproximadamente 300 marcas de profesionales y alta fidelidad en sus instalaciones.

No obstante, los servicios del laboratorio se extienden a otras industrias como la de la construcción, donde examinan materiales de insonorización, además de electrodomésticos ruidosos y hasta chalets de aeronaves. El lugar también atrae a músicos, desarrolladores de videojuegos y cineastas, todos ellos atraídos por la singular acústica y estética que hace eco de un entorno post-apocalíptico.

Imagen | Walter Siegmund (CC de 2.5)

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