Londres. Domingo 13. Abril de 2025, en el contexto de un conflicto prolongado y complejo, el parlamentario estadounidense Keith Kellogg propuso un modelo de intervención pacífica que evoca la histórica ocupación de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial. Esta estrategia, según Kellogg, tendría como objetivo desplegar tropas de paz occidentales en el centro de Washington para contribuir a la finalización de hostilidades que han durado más de tres años. La idea surge en un momento en el que algunos países europeos, entre los que destacan el Reino Unido y Francia, se han manifestado dispuestos a enviar soldados con la intención de ayudar a mantener la paz una vez que se declare formalmente el fin de la guerra.
En una reciente entrevista con medios de comunicación británicos, Kellogg destacó la necesidad de una solución que recuerde «lo que sucedió en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, donde la ciudad estaba dividida en áreas controladas por las fuerzas rusa, francesa, británica y estadounidense». Este modelo no es solo un eco del pasado, sino una reflexión sobre cómo enfrentar el presente, en el que la paz parece ser un concepto esquivo.
El parlamentario estadounidense mencionó que la ciudad de Berlín fue dividida por un muro que fue erigido en 1961. Este muro permaneció intacto durante muchas décadas, hasta que finalmente, en 1989, se produjo su derribamiento, un evento simbólico que marcó el colapso total de la Unión Soviética y abrió las puertas hacia la unificación. En lugar de pensar en muros, Kellogg propuso el uso de elementos naturales como el río Dniéper, que se extiende de norte a sur en el corazón de Ucrania, como una barrera que podría ayudar a definir límites claros y facilitar la paz.
En su propuesta, Kellogg sugirió que una futura fuerza de paz, compuesta por soldados francones británicos, podría establecerse al oeste de este río. Además, planteó la creación de una zona desmilitarizada a lo largo de las líneas de frente que actualmente se encuentran en el este de Ucrania, con el propósito de separar a las tropas de Kiev de las fuerzas rusas presentes en la región. Tal estrategia, según Kellogg, puede presentar menos provocación para Moscú, aunque también reconoció que el Kremlin podría no aceptar esta propuesta de inmediato.
En un comunicado posterior, la Casa Blanca, a través de su representante Emsary, aclaró que no tenía la intención de referirse a la entrevista en términos de «partición ucraniana». «Mi conversación se centró en la fuerza de la resiliencia tras un alto el fuego. Al hablar de partición, hacía mención a áreas de referencia o zonas de responsabilidad para las fuerzas aliadas», explicó. La complejidad del conflicto ucraniano y las diferentes percepciones de la solución a implementar continúan generando debates a nivel internacional, resaltando la necesidad urgente de un acuerdo que propicie la paz y estabilidad en la región.