“En el ejercicio comunitario de la paz están las salidas” – Noticias ultima hora

Pieles distintas, generaciones distantes entre los 21 y los 70, lugares diferentes, unos hilos en común, unos más gruesos que otros. Un lazo de identidad: ser de este país. Unos hilos más delgados: habitar en dónde se experimenta la continuidad del conflicto y nuestras violencias armadas. Era al finalizar la tarde del 1 de mayo, observando lo que queda de una marcha, los residuos y a lo lejos a veces la esperanza de un algo distinto.

Sus relatos desmitifican la tesis que el conflicto armado terminó en 2016, con el Acuerdo con las Farc del Teatro Colón; asumen que el paramilitarismo es una estrategia de sectores del establecimiento que se encuentra en nuevas fases de desarrollo, aunque se quiere mostrar que en 2005, con la Ley 975 este fenómeno desapareció. Si bien reconocen desde sus pasajes de la vida que no hay un nuevo ciclo de violencias, lo que sugieren es un reciclaje generacional de las mismas, que sigue sin resolverse porque el sistema existente, el político, el jurídico, el económico, con su cultura de exclusiones y de venganzas, es el mismo. Los anuncios de un gobierno del cambio que propuso el diálogo con los grupos armados irregulares, reconfirman, es la salida, aunque dado el giro de año y medio, por los afanes presidenciales, observan que ese nuevo paradigma de la paz entró en crisis, y es posible retomarlo con la gente empoderada. Sus relatos muestran el país real, distante de hipótesis académicas, de las narrativas de homogenización de los organismos de seguridad del Estado resonada por el Ejecutivo, una y otra vez repetida como loros por los medios de información. 

Hace unos días en la capital de nuestra Colombia, en la historia de los ancestros Muiscas, en el centro de encuentros para celebrar los tiempos de las cosechas y los rituales de la muerte y de la vida en la “Muyquita”. Esa plaza colonizada llamada Plaza Mayor,  allí, en ese lugar, conversamos de tantos siglos, de tantas épocas con memorias vivas. Ese territorio de milenarias memorias pervive en el tiempo con historias oficiales y las historias de las epopeyas populares. En la catedral se encuentran los restos del despiadado exterminador Gonzalo Jiménez de Quesada. Unos metros al lado, el lugar de la vinajera de Llorente, más que el famoso florero del grito de independencia. Años después ese espacio fue testigo del fusilamiento de la valiente independentista Policarpa Salavarrieta a manos del “pacificador” Morillo. Y ya en la República, tras las escalinatas de acceso al parlamento, la sangre de Uribe Uribe, el general reformista, atacado por expresiones de hordas reaccionarias. Años después el epicentro de la toma y contratoma del Palacio de Justicia en la que el dantesco espectáculo de una paz fallida y un avistamiento de las nuevas guerras de nuestra Colombia. Allí, con ese trasfondo en las palabras, se fueron entrelazando los dolores testimoniales, las vivencias y disposiciones de hombres y mujeres para persistir en un camino que al inicio del actual gobierno parecía tomar forma; hombres y mujeres provenientes desde diferentes coordenadas de la Colombia profunda. Aquí sus testimonios:

La estrategia paramilitar de hoy es ganar el corazón popular

 “Para llegar aquí tuve que pedir permiso. No fue a mi esposo ni a mi familia, a ellos les informé. Fue a los armados que están allá. Ellos solo nos autorizan salir por unos días, debemos decirles a dónde vamos. También nos revisan los celulares. Y qué más remedio, no vamos a repetir esos desplazamientos de 1998. A ellos se les ve con la Policía o los policías les tienen miedo y conviven con ellos. Y qué hacemos, si nuestros líderes tampoco pueden chispear, unos prefieren renunciar, y otros siguen salvando vidas hablando con ellos. Ya estamos acostumbrados a ellos. Antes hicieron masacre con apoyo militar, ahora no necesitan las masacres, hacen poder con galantería, como buenos muchachos. Algunos de ellos fueron mandos medios de las AUC. Nos convocan a una y otra reunión. A los más jóvenes les ponen como inicio la extorsión. Y de ahí van subiendo. Pueblito contra pueblito. Promueven la construcción de escuelas y de centros de salud. Así ganan a la gente. A nosotras nos toca ponerles límites. Así debemos hacer para salir hasta Sincelejo y desde allá hasta Bogotá, decir mentiras, que íbamos a asuntos de salud de familiares. La estrategia paramilitar de hoy es ganar el corazón popular. Por eso los del Ejército Gaitanista de Colombia (EGC) entregan puestos de salud, ayudan en centros de educación. Allá van, hacen operativos los policías, matan a Chirimoya y antes a Zeús, los mismos del Estado, ¿y qué pasa?, nada, con los días todo es lo mismo. Mandan luego redadas capturan a la gente del grupo, y con las horas, todo vuelve a la misma realidad, ellos son el poder. Triste que nuestro Presidente crea que así se arregla el problema, con más muertos. Volvió a lo que hacían los de antes […]”.

“Algunos de nuestros hijos están con ellos, les dan empleo”

“Vengo de más cerquita, eso creo, no conozco el Caribe, soy del Pacífico, de Buenaventura. Allá tenemos una disputa con fronteras invisibles. Sabemos que hay horas en las que uno no puede pasar de la calle de un barrio a otro. Pasar de una cuadra, a otra es la muerte o la vida, todo depende. Allá hemos visto desde las casas de pique, las desapariciones y las fosas en el estero. Vivimos la desmovilización de los paramilitares AUC, luego se volvieron Rastrojos, Águilas Negras, La Local, Los Paisas, Urabeños, AGC y ahora Shottas y Espartanos, y bueno, por el manejo errado del Gobierno ya van a ser como tres. Allá hubo combates entre las guerrillas y los paramilitares del ejército y la infantería de marina antes de 2005. Allá nuestros hijos son de los grupos, otros se van, otros sobreviven sin meterse en la violencia, pero es muy difícil. Mientras seguimos en el empobrecimiento, los poderosos empresarios  pasan toda su riqueza por nuestra vista. La cocaína y el contrabando, las armas y todos los políticos sin distinción, desde liberales, conservadores, la U, los verdes, los de las circunscripciones de paz, los del Pacto, han tenido algún contacto con esa ilegalidad y siguen o se benefician temporalmente de ella. 

Esa es la realidad. Las normas ya más que imponerlas están aseguradas, algunos de nuestros hijos están con ellos, les dan empleo. Mientras los políticos se hacen al poder para su riqueza, para mandar, nada para el pueblo que los eligió. Si eso es arriba, ¿qué pasa con nosotros, los de abajo?, algo parecido. Un joven asciende, quiere ser como el grande. Aprende como relacionarse con los politiqueros para coaccionar por unos votos, y con otros para asegurar su impunidad a todas las formas de su extorsión. Un joven sabe que sus habilidades son importantes en una cuadra, una comuna, saben que son un poder, saben cómo relacionarse para hacer acuerdos o enfrentarse a la Policía, con la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), saben cómo se hace con la Fiscalía, cómo se trabaja con la alcaldía, cómo se hace con los dueños de los puertos. Todo está así. Nuestros jóvenes al fin y al cabo son los peones que arroja el sistema de la economía y de la política. Los grandes políticos, que están en el Congreso o que están en la Casa de Nariño, creen que son unas banditas de barrios y nada entienden de lo que son esas estructuras armadas. Eso, si los políticos saben usarlos en tiempos electorales y claro los usan y los tiran. La ilusión de la paz animó nuestra Buenaventura, ahora vuelven con lo mismo de siempre militarizar, ya probado que eso no sirve. Esos políticos nos siguen engañando, no entienden o mejor no quieren porque les conviene que la violencia, siga. Así los proyectos de ley son para desanimar a dejar las violencias. Los políticos hablan con los mandos de Shottas y Espartanos que no están acá, arreglan por arriba para asegurar sus mutuos negocios y los votos. Los que mandan pasan por la región y de la región al orden nacional e internacional. Hablar de paz, sin entender que hablamos de unas violencias que están en nuestra sociedad como parte de un modelo, de la política y de la economía, es seguir perdiendo el tiempo valioso. 

Aquí nada va a cambiar si seguimos pensando que la prosperidad es el derecho de unos pocos. Hay que terminar la discriminación, la exclusión y la acumulación excesiva para que nuestros jóvenes tengan oportunidades y salgan de esas violencias herederas del paramilitarismo y que rompamos los imaginarios de las disidencias de las Farc y las del del Eln como única posibilidad ante la miseria y la exclusión social y política. Pueden ser distintos grupos pero es el pueblo el que está ahí, como los soldados, son del pueblo. Pueblo matando pueblo, negros matando negros […] y así, esos que se matan son de los nuestros. Esa violencia del hambre, que poco se denuncia, es causa de esos otros muertos con armas. Los que se benefician son los poderosos de otros países, dejan en la miseria a nuestros bonaverenses. A muchos políticos les conviene el tráfico de drogas, el contrabando, se mueven con ellos e hipócritamente les niegan. Para la paz esa verdad, sin chivos, es necesaria, hay que reconocer la realidad para cambiarla”.

El Gobierno nos dejó tirados

“Yo que les digo. A esta edad uno lo que ha vivido es historia patria. Mis bisabuelos y abuelos conocieron a Guadalupe Salcedo. Como buenos curiosos supieron de las traiciones y de las muertes a los que firmaron la paz. Hoy en la región eso sigue parecido. Cambian unas caras, pero los problemas de raíz siguen, en el fondo muy parecidas con los que firmaron la paz de 2016. Allá nada de pos conflicto. Una vieja violencia con nuevas caras. Mi abuelo me decía: a cada traición, unos nuevos bandoleros. Y otros que nacen entregando su corazón, más que a la venganza y a la riqueza, a buscar cambios, es lo que ellos dicen. Igual puede ser que digan que luchan por eso, pero miren qué ha pasado. Los mandos se fueron a la ciudad, son congresistas y allá en el territorio,otra vez la violencia. Firman, entregan armas y nada les cumplen.  Allá, en mi territorio, a muchos de los líderes les ha tocado darle lecciones a los armados de las Farc, de historia, de qué es la guerra de guerrillas, en qué se diferencia un revolucionario de un reaccionario. Y ahí vamos, sobreviviendo. La maldita fragmentación creada entre otras por los egos y aprovechada por el gobierno, que obra de palabra como revolucionario pero en realidad, como los gobiernos de antes, nos puso todo peor. Ahora unos están de un bando y otros de otro frente de las Farc. Se matan entre hermanos, y los que pagamos somos los campesinos y los pocos firmantes de paz que quedan como autónomos, ya que casi todos han tenido que tomar parte o irse. 

Aunque no debo pedir permiso, todo está bajo un cierto control. Debemos portar un carnet y asistir a todas las reuniones. Están tratando de hacer lo de Marulanda y lo del Mono Jojoy, y siguen creciendo y nosotros haciendo lo que nos toca, sobrevivir, sacar nuestros hijos, oponernos cuando intentan aleccionarlos y decirles que el joven que se vaya que lo haga con consciencia y libertad. No podemos desconocer que a muchas familias campesinas estas nueva Farc les han entregado tierra, han organizado el territorio para reforestación. Eso no es un juego. Ni la vida ni la guerra. No entiendo como el gobierno por el que votamos sigue haciendo lo de otros. Estamos esperando más balas y bombardeos. Uno no es de las Farc, pero sabe la historia, sabe lo que hicieron, ni solo ángeles ni solo demonios. Y se volvieron a armar porque les mintieron, y nosotros si que menos de respuestas del gobierno desde 2016 a hoy.  Votamos por la paz y ahora todo son amenazas de guerra. Vimos como se movía Gentil desde 2016 y luego aparecía en el Cauca, y nos dicen que llegó al Catatumbo. Vimos como sacaron laboratorios de cocaína, convivimos en la pandemia, tuvimos que hacer acuerdos para la protección del contagio. Esa nueva guerrilla es una realidad. Y les hemos exigido que respeten nuestra autonomía, que no nos impongan una organización. A veces nos escuchan, a veces no. La pelea entre Calarcá y Losada nos ha costado muertos y desaparecidos de civiles. Solo organizados podemos lograr que la vida nos la respeten. El Gobierno nos dejó tirados. Siguen sin entender el territorio como una vida en ella. Creen que todo es de firmar papeles e incumplir. Nos dañaron nuestros puentes. Qué diferencia entre Duque y Petro, ninguna. No entienden los del Ministerio de Ambiente, los de Agricultura, solo promesas. Que cambio, ni que cuentos, tenemos es un dolor en el alma, Petro nos desilusionó. Santos usó la paz para su Nobel. Desde 2016 todo es incumplimientos. Si Petro viene todos salimos a recibirlo y la foto y la alegría y ya, luego el guayabo es más fuerte. La paz no se hace en cuatro años, le hemos dicho a la disidencia que no nos impongan ninguna organización, que respeten nuestra autonomía, que paren las extorsiones, que acordemos, y vamos a lograr la paz en nuevos gobiernos”. 

“Contamos con un gobierno de muchas palabras y lo demás es abandono”

“Ajá, y yo de la Sierra, de la Sierra Nevada. Desde hace un año y medio desplazados. Ver esta ciudad  y escuchar que está hecha de desplazados, aterra. Uno no alcanza a ver más allá de su propio tiempo. Los orígenes y las consecuencias de las desconexiones. Las violencias pueden mover nuestra historia hacia algo bueno o hacia la destrucción. Con nuestro desplazamiento por la pelea entre paramilitares de las EGC y los ACSN, perdí el contacto diario con el agua, los bosques y los animales. Con esa disputa, unos y otros, quieren establecer su dominio sobre nosotros. Las Fuerzas militares toman partido por uno de los grupos, sus actuaciones en nada van a resolver un problema que es de un Estado que solo sirve a unos intereses de un sector del país, no de todas y todos. Se necesita una transformación económica, mental, social, política, para que cese esta violencia. El cambio se fue en palabras y ahora anuncian solo guerra. Cada vez que matan a un mando las consecuencias son para nosotros. Los militares y los políticos van y vienen, nosotros no. Somos de allá. Regresar es nuestro anhelo pero contamos con un gobierno de muchas palabras y lo demás es abandono. Nosotros creemos en el cambio, es parte de nuestra ley de origen, el respeto, la armonización. Pero hasta hoy el gobierno del Cambio ha quedado en palabras. Hay un ánimo de cambio. Hicimos nuestro diseño de Región de Paz entre 2022 y 2023, acordamos asuntos con todos los pueblos de origen y los campesinos, incluso, avanzamos en propuestas con los paramilitares de los Conquistadores para lograr que salieran de la violencia. Trabajamos la propuesta de ley para que dieran cuentas y eso se aprobara en el Congreso. Íbamos bien, y el mismo gobierno dejó todo tirado cambiando el método de la paz, y ahora hay desplazamiento, disputa, sobrevuelos, ataques armados”. 

“Si no entendemos que hay que dialogar con todos, esto va de mal en peor”

“Este país de Bogotá no conoce las regiones. En el Catatumbo conocemos al Eln desde pequeños. Allá están asentados. Cuando se dio la paz con las Farc en 2016, dijimos, bueno, acá hay un tiempo para probar cuánto de lo firmado se cumple. Vino el gobierno de Santos, pasó el de Duque y poco cumplieron. Apoyamos el gobierno del Cambio, las organizaciones campesinas, las Juntas de Acción Comunal, las mujeres, las cooperativas, votamos por él. Se mantuvo una calma de más de dos años entre 2022 y 2023, hubo avances de paz. Y desde comienzos de año esto se puteó. Entre el Eln y el Emc los acuerdos se rompieron. Hubo mucho crecimiento del EMC en 2024, uno quedaba sorprendido, y los del Eln, ahí, en su propia estrategia. Hubo celos por el crecimiento, miedo a que los sacaran, miedo a que se volvieran paramilitares, escuchamos que hubo incumplimientos en el acuerdo entre ellos […] y el miedo mata, y el Eln actúo. Habrá que crear una comisión para esclarecer todo lo que pasó en enero. 

En el Catatumbo todo el tiempo ha habido militares y policías, ¿y acaso eso sirvió para acabar la violencia guerrillera? Pues no. En su momento, en los 2000, llegaron militares, policías con paramilitares, y ¿acabaron a la guerrillas?, no. Acabaron con generaciones del pueblo. Esto muestra que la salida militar es tonta. Eso es una vergüenza. Creo que si no entendemos que hay que dialogar con todos, esto va de mal en peor. Unos se alegraron por la conmoción interior, y nada cambió: Más militares y nada más. ¿Quién puede alegrarse por buscar presupuesto para los militares, mientras seguimos en las mismas condiciones de desigualdad? 

Si la seguridad democrática fracasó, si la paz acordada con las Farc está en crisis, pues el incumplimiento del acuerdo de paz solo ha traido más consecuencias negativas, ¿ustedes creen que se va acabar el paramilitarismo que está en el Magdalena Medio, y que está en Cúcuta, con las medidas del acuerdo de paz de 2016? Nooo. Toca es hablar. Ni los militares, ni los policías que están con ellos, los van a acabar, menos los políticos y empresarios. Si tienen negocios, pierden los militares y los policías. Hoy Petro cree que hay que matar cabecillas del Eln, del Egc y armar una zona de ubicación para el Frente 33. ¿Eso será la paz? No, eso es más guerra, más venganzas. Hay que hablar con todos, por separado, como se inició en 2022. Esta violencia se acaba con economía para todos, con bienestar para todos, con economía del cuidado, con economía solidaria, nunca con balas. Esto se acaba hablando con los Estados Unidos, haciendo acuerdos, a todos nos conviene. Uno no entiende al gobierno: 28 acuerdos con el Eln para empezar a implementar y no lo hizo en 2024; uno se rasca la cabeza: acuerdos de transformación con el Emc y luego los parten con Embf, y nada implementan. Uno no entiende como es que el Frente 33 se entrega a las FFMM, como en la época de Uribe, si ya se sabe que eso es fracasado hoy, y todo es como repetir un pasado de errores que crearon horrores. Yo le aseguro: en el Catatumbo y Magdalena Medio todos los grupos querían avanzar en una paz sólida de cambios de fondo”.

Al final, entre palabras claras, a pesar de su crudeza, y miradas llenas de interrogantes, los que desconocían la monstruosa ciudad reconocieron en la que otros viven. “Todos somos de los mismos, de esta patria Colombia, somos de muchas violencias, hijos de ellas y también de esperanza. Creo que si sumamos millones podemos lograr la paz”. 

Ya casi al terminar, escuchamos que a un joven en Ciudad Bolívar, le ofrecieron 8 millones de pesos para sumarse a un grupo de tierreros, le ofrecen un arma, en el entorno hay una escuela de formación del Egc, hay una disidencia de las Farc, y la lideresa, acotó: “que condiciones de libertad para una decisión puede tener un joven, si lo demás es un día a día entre esas violencias armadas y la violencia de la desigualdad. La paz es justicia. Mientras el Presidente diga que todo esto es por peleas entre traquetos y narcos, pues ni que Derecho Internacional Humanitario, esa visión arrastra, y la creen unos y otros, en este país, les conviene creerse la mentira que estas violencias son solo por narcotráfico. Pero el problema no es solo de ambición, y sí de muchas causas. La paz no es de un cambio de cuatro años, entre vaivenes y palos de ciego, y creo que se puede lograr, si los políticos se bajan de su altar, si los empresarios se vuelven justos, si los armados se abren a hablar, y todos hacemos un plan de país”. Todos asintieron con sus ojos, y uno que otro destello un “es verdad”. Conectaron fácilmente por esa cotidianidad a veces azarosa, a veces de costumbre, con las violencias silenciadas de la injusta desigualdad en las que afloran las violencias de las armas. Quizás podemos decir, en sus palabras, que son sus historias, que vivieron un tiempo de sincronía, se contaron entre ellos, y descubrieron los contrastes y contradicciones de sus realidades. 

En sus historias hallaron vasos comunicantes, particularmente esa dura realidad del día a día, en la que logran, entre briznas y oleadas del sol, vivir y experimentarse en esos arraigos por la vida en un territorio que los vio nacer o que acogió a quienes les precedieron luego de oleadas de desplazamientos por la violencia armada, y un modelo de economía que aceleró la urbanización de hace más de 70 años. 

Con sus miradas curiosas, con sus ojos asombrados, observaron la sobrevivencia de la gente en medio de nubes grisáceas que se ocultan con rapidez por el viento estrepitoso que destapa fragmentos de los rayos del sol. Así no se sabe si va a llover o no. Reconocieron una ciudad de memorias de nuestros desplazamientos coloniales, los de la República, los de violencia de los mil días, los de la violencia del 48, y ellos con la más reciente memoria, de la que son sus herederos, de violencias que continúan sin resolverse. 

Todas estas violencias, que aparecen como tan distintas, tienen en común las mentiras y las trampas de los poderosos, los engaños de uno y otro gobierno, y el permanente afán de resolver todo con paños de agua tibia, y por eso acuden a lo de siempre, a la militarización. “Si el pueblo que es el afectado se junta como lo empezamos a hacer, entenderemos que la salida a esta injusta realidad es si nos sumamos con consciencia en un cambio de fondo para resolver las causas de estas violencias” […]. “Las mujeres sabemos que todos se están armando en sus lugares de control, si pueden se amplían pero lo cierto, es que en estos meses, los únicos que podemos intentar ser escuchados somos las comunidades en conjunto, de resto vendrá más violencia de muertos y de desaparecidos; vamos por una ética de la vida y de allá a la paz con todas y todos” […]. “Todo está muy duro, nuestro gobierno del cambio empezó el cambio de tableros y de juego, parece agotado, pero el comienzo del gobierno, el plan de gobierno está ahí para desarrollarlo, con independencia de nuestro Presidente, la paz es dialogada y es un derecho que debe basarse en un proceso de más de cuatro años. Creo que el desespero jugó en contra de la paz. Pero nosotros, que vivimos entre las violencias, sabemos cómo buscar nuevamente las salidas y retomarlas, así el gobierno decida otros caminos”.

Quizás es por esa sincronía que expresaron que la paz es posible, si y solo sí, se habla con toda la sociedad, con todos los grupos armados, y se construye un proyecto de país incluyente, justo, diferenciado del armamentismo que amplía su radio de acción en el mundo. 

Un diálogo plural del cual son conscientes, y en el que se reafirmaron durante los días en que se encontraron y compartieron vivencias, dolores y esperanzas. Con esa certeza a cuestas, regresaron días después a su realidad. Regresaron a esos lugares de aquí y allá, de violencias cada vez más arraigadas, a pesar de un gobierno que prometió la paz y ahora se volvió amante de viejas fórmulas de la guerra, de la mano de EU y con la Otan. En el ejercicio comunitario de la paz están las salidas, voces que en el próximo debate electoral deberán ser escuchadas, si los violentados se organizan.  

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