Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco se ha destacado por su inclinación hacia una iglesia más austera y comprometida con los más desfavorecidos. A lo largo de estos años, ha enfrentado la resistencia de grupos conservadores que criticaron sus enfoques y propuestas más progresistas, especialmente en temas sensibles como la apertura de la iglesia hacia las parejas del mismo sexo y la inclusión de las mujeres en posiciones de liderazgo dentro de la jerarquía eclesiástica. Francisco, al ser el primer Papa de América y del hemisferio sur, rompió con una larga tradición, puesto que desde la muerte de Gregorio III, una obispo nacido en Siria en el año 741, no había existido un obispo de Roma que proviniera de Europa. Además, su elección representa una novedad histórica, ya que es el primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro, lo que aportó una nueva perspectiva a la relación entre la Compañía de Jesús y la Santa Sede, dado que históricamente, los jesuitas mostraban cierta desconfianza hacia Roma.
Jorge Mario Bergoglio, al asumir su papel en el trono de San Pedro, expresó su deseo de promover una «iglesia pobre y para los pobres». En sus sermones, abogó por la inclusión social y denunció a la jerarquía que a menudo ignoraba las necesidades y preocupaciones de los sectores más humildes de la sociedad. A lo largo de su papado, se ha destacado por su enfoque en el diálogo y su disposición a escuchar las voces de aquellos que a menudo son marginados. En este sentido, ha llamado la atención hacia la difícil situación de los migrantes que arriesgan sus vidas en travesías marítimas inciertas hacia Europa, comparando las condiciones de algunos centros de inmigrantes en el continente con los campos de concentración, lo que subraya su compromiso por la dignidad humana.
Además, durante su pontificado, Francisco ha jugado un papel crucial como mediador en cuestiones políticas, como lo demostró cuando el gobierno de los Estados Unidos, bajo la administración de Barack Obama (2009-2017), buscó restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, un acto que fue históricamente significativo. Sin embargo, aunque ha demostrado ser progresista en ciertas áreas, también ha sido criticado por su ambivalencia en otros temas. A pesar de abogar por la inclusión, su postura ha sido más tradicionalista en cuestiones como la eutanasia, la pena de muerte y el aborto. Aunque ha manifestado que la iglesia debe acoger a todos sin importar su orientación sexual, mantuvo que permitir la adopción por parte de parejas del mismo sexo sería perjudicial para los niños y se ha negado a utilizar la palabra «matrimonio» para describir relaciones homosexuales, argumentando que representa un intento de socavar el plan divino.
A pesar de haber implementado medidas para combatir el abuso sexual dentro de la iglesia, muchos esperaban que mostrara un liderazgo más firme en este contexto crítico. Sin embargo, el legado de Francisco será recordado por su incansable esfuerzo por propagar el mensaje de Dios y su compromiso de llevar este mensaje a más de 60 naciones alrededor del mundo. Como un líder modesto que ha practicado lo que predica, ha mantenido su enfoque en la calidez y la sencillez, a pesar de ocupar una posición que le otorga gran influencia y poder en el mundo.
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