Washington, 25 de Abril de 2025. En una sorprendente reestructuración dentro del gabinete presidencial, el presidente Donald Trump despidió a varios empleados federales que desempeñaban roles cruciales en la política climática global de los Estados Unidos y en la asistencia climática. Este movimiento, que fue anunciado el pasado viernes, ha generado una ola de especulaciones y reacciones tanto dentro como fuera del país.
Los empleados afectados eran parte de la Oficina de Cambio Global, la cual operaba bajo la supervisión de la oficina del océano, además de estar vinculada a las tareas ecológicas y científicas internacionales del Departamento de Estado. Estos profesionales de carrera tuvieron un papel fundamental en las negociaciones dentro de la convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, donde representaron los intereses de Estados Unidos en una serie de foros internacionales.
Además de su trabajo en la convención climática, los funcionarios de esta oficina también representaron a Washington en organizaciones cruciales como la Organización Internacional de Aviación Civil (ICAO) y la Organización Marítima Internacional (OMI), enfocándose en sectores clave como el transporte marítimo y la aviación comercial. Su experiencia y conocimiento en políticas ambientales internacionales era esencial para construir puentes con otras naciones y avanzar en iniciativas para combatir el cambio climático.
El despido de estos empleados se produce poco después de que Trump anunciara la decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París. Esta decisión también coincidió con un obstáculo en las negociaciones sobre las medidas de mitigación en la industria de la logística global que se proyectan para «alrededor de 2050». La acción ha suscitado el temor de que Estados Unidos se aísle cada vez más en cuestiones ambientales, debilitando su influencia en el escenario global.
Estados Unidos sigue siendo miembro de la OACI y había acordado participar en un sistema de tarifas y en la reducción de las emisiones de aviación internacional, fijando un objetivo de emisiones netas para el año 2050. A pesar de estos compromisos, la administración Trump se ha manifestado en contra de las iniciativas de la OACI que promueven aerolíneas más sostenibles y algunos acuerdos que buscan avanzar en las normativas medioambientales a nivel global.
Un portavoz del Departamento de Estado comentó que la oficina involucrada había estado apoyando esfuerzos que se consideran «interferencias» para los Estados Unidos, a través de la participación en tratados climáticos, lo cual ahora es visto como innecesario. Este cambio en la narrativa refleja una ideología que se centra en la economía nacional por encima de las preocupaciones ambientales, lo que ha generado críticas tanto a nivel doméstico como internacional.
El reajuste también abarca la oficina de recursos energéticos estatales, que había estado concentrada en el desarrollo de minerales críticos y alternativas para el petróleo y el gas, además de trabajar para desvincularse de los combustibles fósiles rusos. Este enfoque es parte de una estrategia más amplia que busca redirigir los recursos energéticos de Estados Unidos y asegurar que el país no dependa de fuentes externas que comprometen su seguridad y estabilidad económica.