La minería y el golpe campesino, que comenzó el 4 de agosto en Boyacá, mantiene las carreteras principales del departamento, causando pérdidas económicas diarias del millonario e influyendo en el transporte de alimentos y productos. Las negociaciones con el gobierno nacional permanecen estancados, mientras que las demandas sociales están creciendo y la crisis regional no da signos de solución inmediata.
