El debate sobre el uso del presupuesto público como instrumento de poder político se está calentando en Colombia después de que en las últimas semanas se hiciera evidente una marcada diferencia en el tratamiento de los dos titulares del control institucional. Por un lado, Gregorio Eljachnuevo Fiscal General, ha sido objeto de un claro apoyo tanto del poder ejecutivo como del legislativo, a través de iniciativas que lo favorecen de manera expedita y con el uso de recursos adicionales. Por otro lado, Iris MarinaEl Defensor del Pueblo ha experimentado recortes presupuestarios y una reducción de su capacidad operativa, lo que algunos interpretan como un castigo por su postura crítica e independiente hacia el poder político.
Contexto institucional y político
Gregorio Eljach fue postulado por el presidente Gustavo Petro para el cargo de Fiscal General de la Nación y recibió el apoyo abrumador del Senado para su elección. A lo largo de su carrera mantuvo una relación fluida con el mundo político: durante más de una década fue secretario general del Senado, donde cultivó redes y alianzas. En sus discursos admitió abiertamente que su carrera política y sus vínculos con el legislativo son parte de su identidad como funcionario: «Soy el único que ha aprendido a caminar con ustedes en política», declaró durante una sesión reciente.
Por mi parte Iris Marina Construyó su perfil como defensora de la nación independiente del poder político, expresando críticas a las decisiones gubernamentales y hablando con autonomía institucional. Su liderazgo buscó monitorear las violaciones de derechos humanos, garantizar el acceso a la justicia para las comunidades vulnerables y monitorear posibles abusos del poder público. Su nombramiento fue percibido como un intento de reformular el papel de la Defensoría del Pueblo, dándole mayor poder crítico y menos ajuste a las mayorías políticas.
“Recompensa” para el Fiscal General: favores legislativos y aumento de presupuesto
El contraste se hizo evidente cuando el Congreso priorizó y aceleró la iniciativa de crear una universidad bajo el control de la Procuraduría General. En apenas dos meses, los cuatro debates necesarios para su aprobación se aprobaron con una rapidez extraordinaria en comparación con el ritmo habitual de los proyectos de impacto de alto presupuesto. Además, el Congreso aprobó un aumento en el presupuesto de la Procuraduría General de la República en 600 millones de pesos (acerca de $160 millones) para fortalecer sus operaciones, personal y nuevas funciones.
Este trato preferencial ha generado críticas porque se llevó a cabo con poca discusión pública y transparente en los comités y sin un énfasis similar en otros proyectos prioritarios. Analistas advierten que bajo la nueva administración, la Fiscalía General ganará recursos que le permitirán tener mayor capacidad para imponer sanciones y supervisar a otras autoridades, lo que puede inclinar el juego político hacia quienes controlan esta institución.
El «castigo» del Defensor del Pueblo: recortes y debilitamiento institucional
Al mismo tiempo, la Oficina del Defensor del Pueblo sufrió importantes recortes presupuestarios: 60 millones de pesos (aproximadamente $15 millones) en comparación con las propuestas originales. Este recorte es particularmente grave porque viola funciones básicas como la atención a las víctimas, la vigilancia de los derechos humanos, la defensa de las comunidades rurales, la supervisión de los procesos electorales y la lucha contra los conflictos armados internos.
La Defensoría del Pueblo afirmó que este cambio presupuestario no había sido consultado antes y que no se habían presentado argumentos claros al respecto. “La decisión del Congreso es preocupante”, dijo Iris Marín unos días antes de la votación en el parlamento. No ha habido recortes similares en otros órganos de control, como la Contraloría y la Procuraduría General, lo que se suma a la percepción de que la Defensoría del Pueblo ha sido castigada por su independencia del poder político.
Interpretaciones y amenazas a la independencia institucional
Para analistas y científicos, este contraste no es superficial ni accidental, sino que conlleva profundos riesgos institucionales. La politóloga Laura Wills señaló que la Procuraduría General de la República tiene control directo sobre los congresistas y entidades públicas, lo que genera tensiones de interés cuando esos mismos congresistas favorecen con recursos a la institución. “¿Quién va a desobedecer a un abogado cuando controla su presupuesto?” se cuestiona. La falta de debates sustantivos en el Congreso que aprueben iniciativas estructurales también parece ser una manifestación del debilitamiento del control ciudadano sobre el gobierno.
También es importante señalar que, aunque Eliach inició investigaciones contra altos funcionarios y emitió declaraciones críticas, actuó con cautela al nombrar al presidente, citando limitaciones legales (como la jurisdicción constitucional del presidente). Algunos críticos creen que la cautela puede ser autoimpuesta, para no desgastar demasiado su apoyo político.
Posibles consecuencias y lo que sigue.
- La Defensoría del Pueblo, con un presupuesto menor, tendrá menos recursos para monitorear los derechos humanos, fiscalizar las políticas públicas, atender a las víctimas y monitorear los procesos electorales.
- La Fiscalía General, con más recursos y apoyo político, podrá incrementar su capacidad sancionadora y tener una mayor presencia institucional en las regiones y a nivel local.
- Se puede establecer una «asimetría de control político»: quien controle más recursos institucionales puede tener mayor influencia sobre otras fuerzas.
- El debate sobre las reformas institucionales puede complicarse si se privilegian los mecanismos de control político.
- En la opinión pública, este episodio puede socavar la confianza en las instituciones reguladoras si se las percibe como aliadas del gobierno más que como reguladores independientes.
En general, este episodio muestra algo más que un simple conflicto presupuestario: revela la profunda tensión entre la autonomía institucional y la política partidista. Las instituciones de control son la clave de la democracia; Cuando su fortalecimiento depende del favor político, se abre una brecha peligrosa para el equilibrio de poder y la protección de los ciudadanos.
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