El presidente colombiano Gustavo Petro ha entrado en un importante conflicto diplomático con Estados Unidos, describiendo la actual política antidrogas de Washington como un «programa de control colonial sobre los países latinoamericanos».
El motivo inmediato de esta declaración fue la decisión del gobierno estadounidense, a través del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, de imponer sanciones a Petro y miembros de su círculo íntimo -incluidos su hijo, su esposa y el Ministro del Interior- bajo la Orden Ejecutiva No. 14059, que permite la designación de personas involucradas en actividades de tráfico internacional de drogas.
Según un memorando de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), la justificación de las sanciones es que «desde que el presidente Petro llegó al poder, la producción de cocaína en Colombia se ha disparado a su nivel más alto en décadas, inundando a Estados Unidos y envenenando a los estadounidenses».
Petro rechazó tales acusaciones. En su discurso público aseguró que su gobierno había logrado incautaciones récord de cocaína y desaceleró el crecimiento de los cultivos de coca a partir de 2021. “Lo que dice el Tesoro de Estados Unidos es mentira”, afirmó el presidente.
¿Por qué hablas de «control colonial»?
En su discurso y en Internet, Petro sostiene que la política antidrogas de Estados Unidos -y en particular las sanciones, la militarización y las intervenciones mediante operaciones marítimas o aéreas contra presuntos narcotraficantes- no tiene como objetivo principal la reducción del tráfico de drogas, sino más bien el mantenimiento de una posición de control geopolítico sobre los países de la región.
Sostuvo, por ejemplo, que las armas que protegieran al presidente colombiano no serían propiedad del país y que «la lucha contra las drogas fue utilizada como pretexto para establecer un programa de control colonial», señalando directamente a Colombia como el «epicentro» de este proyecto.
El presidente vinculó la presencia militar estadounidense, el suministro de recursos financieros y asistencia de seguridad bajo la bandera antidrogas con la subordinación de las fuerzas nacionales, la pérdida de soberanía y la imposición de programas externos.
Influencia diplomática y seguridad
Las tensiones han aumentado porque no se trata de una crítica aislada: hace unas semanas, Estados Unidos ya había eliminado a Colombia de la lista de países que «cooperan» en materia de control de drogas, algo que no ocurría desde hacía casi tres décadas.
De igual forma, Estados Unidos realizó operaciones militares navales y aéreas en el Caribe y el Pacífico dirigidas a barcos que supuestamente transportaban droga a la nación norteamericana, lo que provocó protestas de Bogotá por violar su soberanía.
El escenario combina sanciones financieras, amenazas de recortes de ayuda, retiradas de visas y acusaciones mutuas de incumplimiento. Por ejemplo, el presidente estadounidense, Donald Trump, acusó a Petro de ser un «líder del narcotráfico» y anunció el fin de la ayuda a Colombia.
lo que dice colombia
Desde Bogotá, Petro dejó en claro que no se “arrodilló” ante ninguna autoridad y que defender la soberanía nacional era uno de sus ejes políticos. Declaraciones como «No tengo un dólar en Estados Unidos» -una referencia al hecho de que no tiene cuentas que puedan congelarse una vez que se imponen las sanciones- pretenden reforzar su narrativa de independencia de la «interferencia».
Además, el gobierno colombiano cuestiona la efectividad de la tradicional guerra antidrogas (militarizada, centrada en sanciones y eliminación) y, en lugar de represión, propone una estrategia alternativa basada en la salud pública, los derechos humanos y la reducción de daños.
¿Qué sigue?
La situación plantea varias preguntas:
- ¿Podrán Colombia y Estados Unidos continuar la cooperación en temas antidrogas mientras las relaciones bilaterales enfrentan uno de sus peores momentos en años?
- ¿Qué impacto tendrán las sanciones financieras (y las posibles reducciones de la ayuda) en la economía colombiana y su estabilidad?
- ¿Podrá Petro llevar a cabo reformas internas (agrícolas, sociales, de erradicación, legalización o sustitución) bajo presión internacional y doméstica?
- ¿Qué impacto tendrá esto en la seguridad en las zonas rurales de Colombia, donde el cultivo de coca sigue siendo un desafío?
Solicitud
La declaración de Petro que describe la política antidrogas de Estados Unidos como un «programa de control colonial» marca un punto de inflexión en la relación de Colombia con su aliado tradicional. Más allá del choque verbal, la disputa refleja tensiones estructurales: soberanía, geopolítica, patrones de desarrollo, derechos humanos y el persistente narcotráfico en América Latina. En este sentido, la crítica del presidente no es sólo una reacción a las sanciones, sino también un compromiso para redefinir la comprensión de la «guerra contra las drogas» en la región.
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