Frank-Walter Steinmeier tomó la raíz del camino del presidente de Israel, Isaac Herzog.
Foto: Bernd von jutrczenka/dpa/alianza de imágenes
El 13 de mayo de 2025, Frank-Walter Steinmeier, el presidente de Alemania, llegó a Jerusalén con el propósito de conmemorar las relaciones diplomáticas que han perdurado durante 60 años entre Israel y Alemania. Esta relación fue forjada en un contexto histórico profundamente doloroso, tras el Holocausto, un periodo que dejó cicatrices imborrables en ambos países. A su llegada, fue recibido por el presidente israelí, Isaac Herzog, quien se encontraba en el aeropuerto internacional de Ben Gurion, donde discutieron diversos temas de interés, incluyendo asuntos militares. Cabe señalar que Herzog había visitado Alemania el día anterior, el 12 de mayo, para ser parte de los eventos conmemorativos que marcan esta significativa celebración diplomática.
El 12 de mayo de 1965, los cancilleres alemanes comenzaron el proceso oficial para establecer la relación diplomática entre Alemania e Israel, y fue resultado de un avance gradual que reflejaba un compromiso de ambas naciones para enfrentar su historia. El canciller de la Alemania Occidental en ese momento, Ludwig Erhard, y el primer ministro de Israel, Levi Eshkol, firmaron un tratado que puso en marcha esta nueva era de cooperación y entendimiento entre dos países que habían sido marcados de manera indeleble por las atrocidades cometidas por el régimen nazi. Es importante recordar que durante el Holocausto, varios millones de judíos fueron sistemáticamente asesinados, un hecho que ha definido la memoria colectiva no solo de Israel, sino también de Alemania y del mundo entero.
El instante que Steinmeier y Herzog compartieron también simboliza un paso más hacia la reconciliación, un intento de construir puentes en lugar de muros. Las relaciones entre Alemania e Israel hoy son un testimonio de cómo las naciones pueden evolucionar de un pasado doloroso hacia un futuro más esperanzador. A lo largo de las décadas, Alemania ha trabajado arduamente para ofrecer compensaciones y rehabilitación a las víctimas del Holocausto y sus descendientes, apuntando a reconocer sus responsabilidades históricas. La ceremonia conmemorativa que tuvo lugar en Jerusalén fue un recordatorio de que la memoria es un acto de resistencia y de que el diálogo es esencial para evitar que se repitan los horrores del pasado.
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