Aquí tienes una versión con sinónimos: «La normativa sobre las fichas europeas fracasará. El Tribunal de Contenido Europeo sostiene que es muy improbable que tenga éxito.»

El 8 de febrero de 2022, Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, hizo un anuncio significativo: Europa aspira a convertirse en un jugador clave en la industria de los semiconductores. Como primer paso hacia esa ambición, el objetivo establecido es que 20% de los chips planetarios sean producidos en el continente para 2030. Para lograr esta meta, la guía de chips ACT prevé movilizar hasta 43,000 millones de euros provenientes de inversiones tanto públicas como privadas. Las instalaciones de conductores integrados que han programado Intel y TSMC en suelo alemán se presentan como dos elementos esenciales en este camino hacia la autosuficiencia tecnológica.

A pesar de las similitudes en las ambiciones, el plan de Estados Unidos parece más sólido que el de Europa. El país, mencionado frecuentemente por Donald Trump, cuenta con una infraestructura más desarrollada para la producción de circuitos integrados. Compañías de renombre como Intel, TSMC, Samsung, Texas Instruments y GlobalFoundries ya han invertido en la creación de nuevas plantas en territorio estadounidense. Además, el gobierno de los Estados Unidos se muestra decidido a destinar los recursos económicos necesarios para alcanzar la posición de liderazgo en el sector que desea establecer.

El informe de la corte contemporánea le da a Europa un baño de realidad

Para que Europa logre aumentar su relevancia en la industria de semiconductores, es fundamental que su enfoque sea ambicioso. A su favor cuenta con una sólida base instalada en ASML, Intel y las principales fundiciones globales, así como en la futura colaboración con TSMC. Sin embargo, el discurso de los líderes europeos, entre ellos Ursula von der Leyen y Thierry Breton, comisionado europeo de mercado y servicios internos, parece simplista y no aborda la complejidad del desafío. La calidad de los chips, entendida como su capacidad para aportar valor añadido, es un aspecto central que no puede ser ignorado.

Las industrias automotriz y de electrodomésticos son dos sectores que dependen esencialmente de circuitos integrados relativamente simples, y es imperativo que Europa mantenga esta producción local. Sin embargo, también es crítico que se fabriquen chips de alta gama en suelo europeo. Este enfoque incluye, por ejemplo, aquellos que alimentan centros de datos y centros de investigación especializados en inteligencia artificial (IA). Si no se toman estas medidas, Europa seguirá dependiendo de fábricas en el extranjero para mantener su competitividad en este ecosistema tecnológico estratégico.

«Actualmente estamos lejos de cumplir con nuestras ambiciones. El objetivo del 20% era básicamente una aspiración».

Recientemente, se publicó un informe detallado que argumenta que alcanzar un 20% de participación en el mercado mundial de circuitos integrados para 2030 parece ser un objetivo fuera del alcance. Según este análisis, «es muy poco probable que la Unión Europea consiga este objetivo». Dadas las condiciones actuales, esta afirmación resulta completamente creíble, como se menciona en los párrafos anteriores.

El tribunal de auditoría identifica varias cuestiones críticas que merecen atención. Annemie Turtelboom, la responsable de esta auditoría, subraya que «la Unión Europea necesita una dosis de realidad sobre su estrategia para el sector de microchips a la mayor brevedad […] Este sector está en constante evolución, caracterizado por una intensa competencia geopolítica, y actualmente estamos muy por detrás del ritmo necesario para alcanzar nuestras metas. El objetivo del 20% era, en esencia, una mera aspiración. Para lograrlo, nuestra capacidad de producción tendría que cuadruplicarse para 2030, y estamos lejos de alcanzar esos números con la velocidad que mantenemos actualmente.»

Sin embargo, el problema de la capacidad de producción no es el único desafío que enfrentan los fabricantes de chips en Europa. El informe también destaca un aspecto crítico que no debe pasarse por alto: el acceso a materias primas esenciales, como los metales raros, así como el costo de la energía y las tensiones geopolíticas que complican los planes de la Unión Europea. También, hay que considerar que las industrias de semiconductores en lugares como China, Taiwán, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos no frenarán su crecimiento, lo que hace aún más difícil para Europa obtener una cuota de mercado significativa. Los próximos cinco años serán cruciales, y objetivamente, las proyecciones no son alentadoras para el futuro europeo en esta industria.

Imagen | TSMC

Más información | Tribunal de cuentas europeo

En | Ya sabemos cómo llegarán los chips para 2039. La máquina que produce

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