Ecuador avanza hacia el sistema autocrático tras la victoria de Noboe en la presidencia.

Luis González, el oponente progresivo, se encontró en una situación complicada tras su recorrido político que parecía prometedor gracias a su pacto con una moción indígena. Sin embargo, culminó con un fraude electoral que desvirtuó la victoria del presidente ultra reputado.

14.04.2025

La violencia que envuelve a Ecuador nunca había sido tan pronunciada, exacerbada por el narcotráfico y los ecos de un régimen autocrático que parece repetirse, a medida que Guatemala Siga los pasos autocráticos de El Salvador bajo Nayib Bouques, tras la victoria poco clara de Daniel Nema, un joven y controvertido presidente ultraderechista originario de Miami. Este último ha militarizado el territorio, bajo la justificación de enfrentar lo que él denomina una «guerra interna» contra el crimen organizado. A pesar de que Luis González, el candidato progresivo, llegó a la segunda ronda electoral con esperanzas de obtener la victoria, su iniciativa se vio empañada por denuncias de fraude y una exigencia de transparencia en el conteo de votos.

El candidato de la derecha, Acción Nacional Democrática (ADN), Daniel Novoa, de 37 años, obtuvo 56% de los votos, mientras que González recibió el 44%, según los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE), con un 95% de los votos escrutados. En la primera vuelta, celebrada en febrero, González y Novoa estaban empatados con un 44% cada uno. A pesar de un incremento en la participación ciudadana del tres por ciento en la segunda vuelta, resulta sorprendente que la oposición no haya logrado un resultado más favorable, incluso después de un acuerdo alcanzado a fines de marzo con un movimiento indígena que originalmente deseaba captar el 5% de los votos. Desde su exilio en Bélgica, el expresidente Rafael Correa (2007-2017), fundador de la Revolución Cívica, también se unió a las voces de denuncia sobre las irregularidades electorales.

NOVOA ganó la primera ronda por una diferencia de solo 16,000 votos sobre González, mientras que en tercer lugar se posicionó Leonidas Iza, del Movimiento Pachakutik, con un 5.25%. Desde un principio, Iza dejó claro que su electorado no respaldaría al gobierno ultraderechista de Novoa. A finales de marzo, un acuerdo programático de 25 puntos fue suscrito entre la Revolución Cívica, Pachakutik y la Confederación de los Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Mientras González firmó un Acuerdo por la Vida con un movimiento indígena, Nemaa fue visto en Miami junto a Donald Trump. Preocupado por la tendencia negativa en las encuestas al cierre de la campaña electoral, el presidente lanzó una amplia campaña mediática para desacreditar a González, acusándolo de estar dispuesto a desestabilizar la economía de Ecuador.

Daniel Novoa había llegado al poder hace dos años debido al rechazo popular. Hijo del hombre más rico de Ecuador, el magnate Álvaro Noboa, este joven político no figuraba entre los favoritos para la presidencia. Sin embargo, el trágico asesinato del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio, probablemente a manos del narcotráfico, alteró el panorama de la campaña electoral, ya marcada por la violencia. Contra todo pronóstico, Novoa avanzó a la segunda ronda y, gracias al apoyo de sectores conservadores y poderosos empresarios, logró derrotar a Luisa González y asumir la presidencia, cumpliendo el mandato de otro líder en problemas, Guillermo Lasso, quien renunció ante acusaciones de corrupción. En este año y medio, Novoa se ha visto incapaz de contener la influencia de los carteles de la droga mexicanos y colombianos que operan en Ecuador, favorecidos por su ubicación geográfica y la falta de control estatal sobre el lavado de dinero.

En las etapas finales de la campaña, el presidente llegó a un acuerdo con un grupo de mercenarios internacionalmente famosos por sus acciones abusivas. Mediante este acuerdo, Novoa buscaba intensificar su «guerra interna» contra el narcotráfico, todo esto bajo la desviada implementación del Plan Phoenix, una estrategia de seguridad aprobada por su gobierno. El líder de esta organización privada, Eric Prince, movió recursos institucionales – algo prohibido en Ecuador – para favorecer a Novoa, advirtiendo que Ecuador se jugaría en estas elecciones el futuro de su democracia o el riesgo de convertirse en una nueva Venezuela.

En este contexto, la militarización impulsada por Novoa enfrentó un imprevisto «cisne negro»: el caso de «Cuatro Malvina», donde cuatro jóvenes de la comunidad Afro-ecuatoriana de Malvina, en Guayaquil, fueron asesinados en diciembre. Iban a jugar un partido de fútbol cuando fueron interceptados por las fuerzas de seguridad. Más tarde, sus cuerpos aparecieron cerca de un campo militar, evidenciando signos de tortura. Aunque el gobierno culpó del crimen a bandas del narcotráfico, las evidencias apuntan a una posible implicación de las fuerzas del Estado. Este hecho sorprendió a una sociedad acostumbrada a vivir bajo el constante temor del accionar criminal, ya sea de pandillas o de la propia policía y ejército. La reforma constitucional aprobada por abrumadora mayoría en referéndum durante el mandato de Novoa otorga a las Fuerzas Armadas un papel de apoyo a la policía en tareas de seguridad interna. Ecuador se ha convertido en el país más violento de América Latina, con una tasa de 39 asesinatos por cada 100,000 habitantes en 2024.

Militarización y corrupción

La corrupción del gobierno se ha entrelazado con la militarización del país. La familia Noboa ha visto un incremento en sus riquezas mediante jugosos contratos públicos, a pesar de las denuncias de la prensa independiente de Ecuador. Uno de los negocios de la familia incluso se ha vinculado con un nuevo comercio de banano asociado al tráfico de cocaína. Un periodista que reveló esta conexión, Andrés Durán, se vio obligado a huir a Colombia tras recibir amenazas de muerte. «Este es el primer caso documentado en la historia de Ecuador en donde se demostraría que la familia presidencial está involucrada en el tráfico de cocaína», señaló Durán en la revista Rayas.

Otro escándalo que sacudió la recta final de la campaña fue la revelación realizada por Verónica Sarazúa, la viuda de Fernando Villavicencio. Acusó a la abogada general, Diana Salazar, de estar involucrada en el crimen desde un principio, presionando para llevar a juicio a otro sospechoso al que convenció de tener un testimonio de un testigo protegido. Esta acusación se tornó crucial para el triunfo de Luis González en la nueva ronda electoral: «Es imprescindible señalar que detrás del asesinato de Fernando hay no solo factores políticos, sino también una red de narcotráfico fuertemente vinculada al control del dinero sucio en Ecuador.» La viuda denunció la existencia de un cómplice “perverso” en el sistema que permitía ocultar a los asesinos de su esposo.

Después de los resultados electorales, Noboa abre un horizonte de incertidumbre en Ecuador. Su gobierno, junto con el movimiento indígena, parece haber obtenido un respaldo significativo en el Congreso. Sin embargo, Nema ya ha mostrado signos de desprecio hacia la institucionalidad de la Legislatura. La impunidad reinante en la familia presidencial y el régimen de represión establecido por el presidente son signos inequívocos de que el país se encamina hacia una forma de autocracia similar a la de El Salvador, donde los Bouques han ido vulnerando los derechos humanos de miles de ciudadanos, quienes protestan en defensa de sus derechos y contra el narcotráfico. En esta transición antidemocrática, El Salvador y Ecuador logran constituirse en dos bastiones autocráticos destacados de América Latina.

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