El uso de Lidar se ha transformado en una herramienta fundamental en el ámbito de la arqueología moderna. Esta tecnología avanzada ha permitido, entre otras cosas, la localización de ciudades enteras en denses áreas boscosas en regiones remotas, donde los métodos tradicionales habrían fracasado hace siglos. Sin embargo, debemos ser cautelosos a la hora de difundir los elogios sobre los resultados de esta innovadora tecnología, ya que su implementación y comprensión requieren de un análisis cuidadoso.
Fortaleza de la Edad del Bronce. Un caso notable es el de los restos de una fortaleza recientemente hallada en el distrito de Neaut, Rumania. Estos vestigios han sido datados en la Edad de Bronce temprana, y tal asignación temporal se logró gracias a las precisas mediciones realizadas por LiDAR.
Lidar. LiDAR es el acrónimo de Detección y nivel de luz o Detección de escultores y niveles láser, y se refiere a una tecnología que es análoga al radar. Mientras que el radar utiliza ondas de radio, el LiDAR emplea láseres, lo que le confiere capacidades únicas para la exploración arqueológica. Este tipo de tecnología permite observar el relieve terrestre que se encuentra oculto bajo la vegetación, incluso en áreas de denso follaje.
Esto implica que los arqueólogos no tienen que llevar a cabo una limpieza exhaustiva del terreno, lo que puede resultar beneficioso para la biodiversidad local. Además, LiDAR permite obtener información valiosa antes de siquiera pisar el lugar: gracias a la utilización de drones, los trabajos preliminares pueden realizarse a distancia. No obstante, cabe señalar que esta tecnología requiere de un conocimiento especializado adicional, lo que puede representar un desafío para su implementación eficaz.
La fortaleza oculta. El sitio arqueológico presenta un complejo de áreas pavimentadas y se ha datado entre el cuarto y el tercer milenio antes de nuestra era, en la temprana Edad de Bronce, es decir, hace aproximadamente entre 4,000 y 5,000 años.
Según EQUO, la organización responsable del estudio, la disposición espacial de las fortificaciones sugiere que la estructura tenía la función de proteger o controlar un territorio “claramente definido”. Esta área estaba posiblemente rica en recursos valiosos, tales como la sal, lo que añade un contexto de importancia económica y estratégica a la investigación.
El estudio, aunque aún no ha pasado por un proceso de revisión por pares ni se ha publicado en una revista científica, fue presentado en la Conferencia de arqueología del paisaje que tuvo lugar en la Universidad de Alcalá el año pasado. Se puede consultar el abstract de esta presentación a través del repositorio Puerta de investigación, donde se resume claramente el impacto significativo que puede tener esta tecnología en la arqueología moderna.
La complejidad del medio ambiente. LiDAR ofrece a la arqueología una nueva perspectiva, proporcionando una vista aérea más precisa que las técnicas convencionales basadas en instrumentos ópticos simples. Sin embargo, es importante señalar que este avance no significa que toda la información necesaria haya sido recuperada; aún queda mucho por descubrir sobre quiénes construyeron estas estructuras fortificadas y cuáles fueron sus motivaciones exactas.
“Incluso si algunos detalles sobre la existencia de estructuras defensivas no son visibles a nivel del suelo, la imagen topográfica detallada es indispensable para comprender la complejidad de estas fortificaciones en relación con el paisaje circundante”, explican los investigadores en el abstract de la conferencia.
Para más información sobre los avances en el uso de Lidar, consulta el artículo en .
Imagen | Imagen de Lidar del Castillo Racochi en Ucrania (no relacionado con el estudio). Panchuk Valentyn / Distrito NEAMTH. Pixabay