Durante años, el accidente cerebrovascular ha sido uno de los mayores problemas médicos en Colombia. Son la principal causa de discapacidad y la segunda causa de mortalidad. Los datos muestran que hay 32,45 muertes por cada 100.000 habitantes; Cada año mueren casi 17.000 personas.
Durante años, el accidente cerebrovascular se ha asociado con las personas mayores, pero investigaciones recientes muestran que la tendencia está cambiando. Los jóvenes también son susceptibles a sufrir accidentes cardiovasculares. Así lo explica la Dra. Ruth Izquierdo, directora de la Maestría en Ciencias en Fisioterapia Neurológica de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, parte de la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«En los últimos años, diversos estudios han demostrado un aumento del número de casos de ictus en personas menores de 45 años», señala. “Se estima que entre el 10% y el 15% de los accidentes cerebrovasculares o accidentes cerebrovasculares actuales ocurren en personas jóvenes o de mediana edad, y este número sigue aumentando”.
El experto señala que este fenómeno está relacionado con la influencia de los factores de riesgo cardiovascular en la juventud y el avance del diagnóstico, que ahora permite detectar a tiempo un mayor número de casos. Pero detrás de estas cifras también se esconde un profundo cambio en los hábitos de vida de las nuevas generaciones.
“Los factores más importantes incluyen el sedentarismo, el estrés crónico, una dieta rica en alimentos ultraprocesados, el consumo de alcohol y tabaco, así como el uso combinado de anticonceptivos hormonales y tabaco en mujeres jóvenes”, advierte la experta del VIU. «El abuso de drogas recreativas como la cocaína y las anfetaminas también está directamente relacionado con los eventos cerebrovasculares».
El creciente número de accidentes cerebrovasculares en personas menores de 40 años también está relacionado con el desconocimiento de sus síntomas. Reconocer las señales de advertencia puede ser crucial para salvar vidas.
«Los síntomas más comunes incluyen pérdida repentina de fuerza en la cara, brazo o pierna; dificultad para hablar o comprender; visión borrosa o pérdida repentina del equilibrio”, explica la doctora Ruth Izquierdo. “Recordar la regla FAST (cara, brazo, habla, tiempo) puede marcar la diferencia: cara caída, brazo débil, habla alterada; Es hora de actuar inmediatamente y pedir ayuda.
La buena noticia es que este riesgo se puede reducir con hábitos saludables y exámenes preventivos desde edades tempranas. Según el experto de VIU, la prevención comienza antes de que aparezcan los factores de riesgo, del mismo modo que los hábitos saludables contribuyen a mantener un cerebro sano a largo plazo.
También se recomienda realizar actividad física moderada, al menos 150 minutos semanales, mantener una dieta equilibrada, dormir de 7 a 9 horas diarias y controlar la presión arterial, los niveles de glucosa y colesterol.
Se trata de pequeños cambios que, a la larga, pueden marcar la diferencia entre una vida activa y una condición neurológica.
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