El domingo 9 de noviembre de 2025, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, emitió un mensaje a través de su cuenta en la red social
Rendón había cuestionado la iniciativa de Petros, calificándola de «idea inviable» y reprendiendo al presidente por centrarse en fórmulas simbólicas en lugar de abordar los problemas reales del país, incluida la seguridad en Antioquia y el manejo de la violencia rural.
Ante este reclamo, Petro respondió señalando, entre otras cosas, que el «proyecto político del gobernador» se basó en la alianza entre el poder político regional y el narcotráfico en Antioquia a finales del siglo XX, lo que, según el presidente, dio origen al fenómeno del narcoparamilitarismo.
El presidente también enfatizó que según sus datos la tasa de homicidios en Colombia se encuentra en su nivel más bajo desde 1993, afirmando que esa reducción comenzó con gobiernos anteriores, continuó con él y que no se ha recuperado.
El gobernador Rendón, por su parte, había acusado al gobierno nacional de descuidar el avance de los grupos armados ilegales en el departamento y de no responder eficazmente a la crisis de seguridad, los desalojos forzosos y la cosecha ilegal en zonas como el Bajo Cauca, el Noreste y el norte de Antioquia.
¿Qué significa este intercambio?
Este conflicto pone de relieve varios aspectos clave de la política colombiana: por un lado, la tensión entre los gobiernos central y regional cuando las agendas nacionales –como la propuesta de reorganizar la Gran Colombia– parecen separadas de cuestiones territoriales específicas; Por otro lado, persiste una imagen de conflicto institucional en Antioquia, donde la presencia de grupos armados, la minería ilegal y el narcotráfico han afectado enormemente la gobernabilidad.
Petro advierte que su enfoque para reinventar la Gran Colombia es parte de una visión estratégica de la integración latinoamericana, mientras que sus críticos -como Rendón- dicen que distrae la atención de las urgentes necesidades de seguridad, infraestructura y desarrollo económico de las regiones. El cruce entre ambos muestra también el carácter fuerte del debate: no sólo se disputa una idea (Colombia Mayor), sino que también se reavivan episodios previos de violencia militar en Antioquia y la responsabilidad de diferentes políticos.
¿Qué sigue?
La disputa podría incrementar las relaciones entre el gobierno de Petro y el gobierno de Antioquia, lo que podría afectar la cooperación en temas como seguridad, inversiones regionales y proyectos de infraestructura. Además, la propuesta de la Gran Colombia continuará en la arena pública como símbolo de una visión política amplia, aunque sus oponentes la ven desconectada de la realidad inmediata de regiones como Antioquia. Veremos si el gobierno presenta información más detallada sobre el proyecto y si logra acercar a los gobernadores y líderes regionales a su visión, o si se amplía la brecha entre las «ideas nacionalizadas» y la «realidad regional».
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