El viaje de varias figuras públicas y personas influyentes colombianas a Israel en los últimos días ha causado una intensa polémica en las redes sociales y medios de comunicación del país. Las publicaciones que muestran fotografías de playas, atracciones turísticas y visitas oficiales contrastan con la dura realidad del conflicto de Gaza, lo que plantea dudas sobre el papel de los creadores de contenido mientras la región experimenta una crisis humanitaria y política.
¿Quiénes eran y cómo se organizó el viaje?
Según informó la prensa, entre los participantes se encontraban rostros famosos como Kika Nieto, Johanna Fadul, el chef Nicolás de Zubiría y otros creadores y estrellas. La delegación visitó ciudades como Tel Aviv y Jerusalén, visitó sitios turísticos (incluido el Mar Muerto) y participó en reuniones con representantes locales y centros culturales. Medios locales y fotografías publicadas por los propios participantes confirman la presencia de varios de estos nombres en la ruta.
Varios informes indican que la invitación fue de carácter oficial y fue organizada por entidades asociadas al Estado de Israel, como parte de viajes «exploratorios» organizados para periodistas y creadores, cuyo objetivo es mostrar el país a invitados del extranjero. Los organizadores de este tipo de iniciativas suelen calificarlas de promoción turística y diplomática.
El meollo de la polémica: el «turismo de guerra» y las acusaciones de blanqueo de capitales
La reacción en Twitter, Instagram y otras plataformas fue inmediata y en muchos casos feroz. Miles de usuarios calificaron la visita de «turismo de guerra» o «blanqueo», acusando a los invitados de contribuir a normalizar la imagen de un país cuyas acciones militares en la Franja de Gaza han sido condenadas por organizaciones internacionales y suscitado un debate global sobre posibles violaciones de derechos humanos. Para muchas personas, publicar contenido navideño de zonas seguras de Israel mientras continúan las ofensivas en Gaza parece, por decir lo menos, insensible.
La controversia se vio profundizada por artículos y comentarios que vinculaban estas actividades con estrategias de «poder blando»: campañas pagadas o respaldadas diseñadas para influir en la percepción pública utilizando celebridades y creadores de contenido. Informes periodísticos internacionales documentan que en algunos casos, los estados o las partes interesadas financiaron campañas digitales realizando pagos directos a figuras públicas para posicionar narrativas favorables. Si bien no todas las llamadas implican pagos directos, la sospecha de incentivos económicos o diplomáticos ha provocado indignación.
La reacción del influencer y las consecuencias profesionales.
Ante una avalancha de críticas, algunos participantes defendieron la experiencia como un viaje turísticocultural, cuestionando posturas personales y negando intencionalidad política. Otros notaron el debate público y dijeron que intentarían dar contexto a sus publicaciones. Sin embargo, la polémica tuvo consecuencias tangibles: se informó de la pérdida o suspensión de campañas comerciales y contratos de al menos una de las figuras implicadas, y hubo llamamientos a boicotear a algunos patrocinadores.
Un marco diplomático y mediático más amplio
La visita se produce en un contexto en el que Colombia ha adoptado una postura diplomática adecuada sobre el conflicto –incluso dentro de declaraciones internacionales y espacios multilaterales que han dado a Bogotá un papel visible en la cuestión palestina– lo que aumenta aún más la sensibilidad de que figuras públicas colombianas parecen apoyar o mostrar solo el lado turístico de Israel. La tensión entre perfiles oficiales y acciones privadas intensifica el debate sobre la responsabilidad social y política de las figuras públicas.
¿Turismo legal, libertad de opinión o estrategia de imagen?
El episodio plantea varias preguntas: ¿Pueden los creadores de contenidos aceptar invitaciones oficiales sin responsabilizarse del contexto político? ¿Dónde se traza la línea entre «viajar por placer» y «participar en campañas de imagen» cuando de fondo se esconde una crisis humanitaria? Los analistas de comunicación recuerdan que la legitimidad de este tipo de viajes depende de la transparencia (quién paga, con qué propósito) y del formato del contenido: no es lo mismo informar con contexto y contraste que publicar postales navideñas que ocultan la compleja realidad de la región.
Solicitud
Más allá del ruido en las redes, el caso pone de relieve una tensión creciente: la influencia que tienen los creadores de contenidos en la opinión pública y el control sobre cómo se utilizan estos canales en situaciones de conflicto. Para muchos usuarios y organizaciones cívicas, esto no es sólo una cuestión de gusto personal: se trata de la ética de la comunicación y de cómo las narrativas pueden contribuir -intencionalmente o no- a cambiar las percepciones en momentos extremadamente sensibles.
1







