La memoria en tres actos: exposición, cine y literatura abre la herida del Palacio de Justicia – – Noticias ultima hora

Hace 40 años, entre el 6 y 7 de noviembre de 1985, el Palacio de Justicia de Bogotá fue escenario de una de las tragedias más dolorosas de la historia reciente de Colombia: el levantamiento del Movimiento 19 de Abril (M19), la posterior operación militar para recuperar el edificio y el saldo final de decenas de muertos -entre jueces, trabajadores y civiles- y desaparecidos cuya memoria aún exige verdad y justicia. Durante estos cuarenta años, la sociedad colombiana no sólo debatió sobre obligaciones y procesos legales, sino que también buscó en las artes visuales, el teatro, el cine y la literatura un lenguaje que pudiera nombrar el trauma y mantener viva la memoria.

El arte como memoria y duelo

En las circulaciones culturales recientes, ha habido una proliferación de obras y proyectos que intentan traducir la violencia y el silencio institucional en formas que permitan un acercamiento emocional y simbólico a los acontecimientos. obras escénicas, por ej. Eternomontajes cinematográficos, p. ej. Noviembre y los proyectos de artistas visuales se han convertido en cantos de la memoria: no reemplazan los juicios judiciales, pero abren espacios para el duelo colectivo y la reconstrucción de la historia, que la historia oficial no siempre contiene.

Símbolos que duelen: de las sillas a la ausencia

Una de las manifestaciones artísticas más poderosas relacionadas con la conmemoración fue la intervención de la artista Doris Salcedo, quien utilizó en diversas ocasiones sillas suspendidas para simbolizar la ausencia y el número de víctimas. En 2002, instaló 280 sillas en la fachada del Palacio de Justicia -una para cada víctima, según su propuesta- y otras importantes intervenciones han servido de recordatorio público del vacío que dejan la muerte y las desapariciones. Estas imágenes se han convertido en emblemas que condensan la dificultad de procesar lo sucedido: la memoria materializada incrustada en la ciudad.

Nuevas exposiciones: fotografías inéditas que abren interrogantes

Instituciones conmemorativas y museos han organizado exposiciones con materiales inéditos que aportan testimonios visuales directos de aquellos días. El Archivo General de la Nación y el Centro Nacional de Memoria Histórica publicaron y exhibieron fotografías inéditas de reporteros como Rafael González, abriendo así la puerta al visionado público de escenas, rostros y acciones que antes habían estado dispersas o restringidas. Estas exposiciones, acompañadas de investigaciones y archivos, tienen como objetivo no sólo informar, sino también poner la experiencia humana detrás de los números.

Arte, justicia y controversia

La intersección entre creación artística y memoria puede entrar en conflicto con reclamos familiares y decisiones judiciales. El ejemplo más reciente: el cine. NoviembreAmbientada en un episodio y centrada en un lugar concreto de Palacio, tuvo que modificar el diálogo después de que la familia del juez perjudicado le colocara una tutela. La medida judicial obligó a los realizadores a adaptar la obra y añadir información sobre su carácter ficticio, reavivando la tensión entre la libertad creativa y el derecho de las víctimas a un buen nombre.

Impacto social y educativo

Más allá del choque estético, estas iniciativas artísticas tienen efectos concretos en la esfera pública: generan debates en escuelas, universidades y espacios sociales, alimentan los procesos de pedagogía de la memoria y alientan a las instituciones a compartir archivos y abrir la investigación. En ferias, museos y ciclos de cine se comentan imágenes, se registran testimonios y se crean puentes entre las generaciones que no vivieron en primera persona estos hechos y las familias que sí lo vivieron.

¿Qué queda por hacer?

La obra mostró el poder de las palabras no jurídicas para llamarse dolor; Sin embargo, la memoria también requiere acciones específicas: explicación de la verdad, reconocimiento institucional y verdad judicial. Exposiciones, montajes y obras forman parte de una conversación más amplia: recuerdan, desafían y presionan a la sociedad para que no normalice el olvido. Como lo han demostrado recientes proyectos expositivos y publicaciones de archivos, trabajar con la memoria es –todavía– una tarea abierta y necesaria.

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