En 2025, el presidente Trump lanzó múltiples amenazas contra China y el resto del mundo: innumerables órdenes ejecutivas con aranceles, todas ellas abiertas a negociación, y medidas continuas, erráticas y unilaterales, incluso de la Unión Europea y Japón. El caso de China es diferente al del resto del mundo: el 2 de abril de 2025, Trump inició medidas unilaterales y aranceles del 54 por ciento contra China, además de los aranceles ya existentes; Desde entonces, se ha producido una escalada arancelaria de tres dígitos y, tras ello, diversas negociaciones hasta finales de octubre en Malasia para lograr un encuentro entre Trump y Xi Jinping en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) a principios de noviembre de 2025. Los últimos resultados de las negociaciones entre Estados Unidos y China parecen haber vuelto a discrepar en que las dos partes discrepan en el comercio bilateral, sus controles de exportación, aranceles y más temas relacionados con el fentanilo. Como resultado de estas últimas negociaciones, Estados Unidos continuaría restringiendo las exportaciones de alta tecnología, especialmente semiconductores, y las exportaciones chinas de tierras raras, que son esenciales para los procesos de innumerables productos electrónicos, incluidos los semiconductores y la mayoría de los productos electrónicos, con efectos en la propia inteligencia artificial. Se desconocen los acuerdos concretos y todo apunta a que habrá un encuentro «cordial» entre ambos mandatarios.
Mientras tanto, China continúa adoptando medidas a mediano y largo plazo en una serie de áreas. Del 20 al 23 de octubre se celebró la Cuarta Sesión Plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China (PCC), y el Secretario General del PCC presidió el Buró Político del Comité Central del PCC, donde se presentaron aspectos del XV Plan Quinquenal para el período 2026-2030. Desconociendo el contenido del plan quinquenal, por ahora sólo apuntaron a estrategias relacionadas con la autosuficiencia y nuevas fuerzas productivas con calidad en el campo de la ciencia y la tecnología, además de fortalecer el mercado interno y acelerar el desarrollo de una economía de mercado socialista con características chinas. Mejorar la calidad de vida del pueblo chino está en el centro de los esfuerzos del PCC. En los próximos meses habrá que revisar el XV Plan Quinquenal y sus implicaciones para el resto del mundo.
Mientras tanto, China sigue dando pasos en su proyecto de globalización con características chinas y en su relación con Estados Unidos.
Por un lado, China ha logrado avances significativos en su escalada tecnológica y liderazgo en innovación tecnológica en cadenas de valor globales críticas durante el siglo XXI (ver Día2 de abril, pág. 23). El reciente efecto DeepSeek es el resultado de décadas de esfuerzos científicos y tecnológicos en decenas de cadenas de valor globales en las que China ya ha alcanzado el liderazgo tecnológico. Por otro lado, y en paralelo a las medidas de Estados Unidos durante la primera presidencia de Trump desde 2017, China ha logrado un importante proceso de diversificación de su comercio exterior: si en 2018 el 19,28 por ciento de sus exportaciones se concentraban en Estados Unidos, cayó al 14,67 por ciento en 2024 (es decir, desplome). separación) entre Estados Unidos y China ha sido mutuo desde entonces. Si bien Estados Unidos sigue siendo su principal mercado de exportación, otros países como Japón, India, Rusia, Brasil y México se han convertido en mercados dinámicos para las exportaciones chinas. La diversificación ha sido igualmente significativa en el área de las importaciones chinas: en 2015, el 8,95 por ciento de las importaciones de China provinieron de Estados Unidos, cayendo al 6,33 por ciento en 2024. En el ámbito financiero, China ha buscado sustituir el dólar, y el sistema de pagos interestatal de China ya permite transacciones en renminbi (RMB) en sus monedas.
Todo lo anterior refleja las estrategias que la República Popular China está emprendiendo en relación con Estados Unidos, dado su profundo enfrentamiento sistémico y en paralelo a los procesos de negociación. Si bien ambas partes reconocen su dependencia (semiconductores versus tierras raras, entre otros), necesitarán acuerdos para mantener a flote sus economías. Su relación económica bilateral es cualitativamente diferente a la de cualquier otro país, y la reciente diversificación entre ambas economías refleja que separación Será lento y complejo –en algunos casos incluso parecen haber llegado a límites– más allá de las intenciones políticas en cuestión. Por esta razón, también es previsible que las negociaciones bilaterales -a diferencia de las negociaciones de Estados Unidos con otros países- continúen en los próximos años y a largo plazo. Las medidas unilaterales y de corto plazo, dada la profundidad de la integración económica de las principales economías, no son realistas ni parecen tener sentido.
Autor, Enrique Dussel Peters, pág.Profesor de posgrado en economía y coordinador del Centro de Estudios Chino-Mexicanos de la UNAM







