En el entorno de voltaje en los centros de prisión en el país, fue transferido a la prisión de la máxima seguridad de Pifeña en Ibagué digna de José Palomino Rodríguez, mejor conocido como el apodo «dignificado» o «Dino», identificado como uno de los líderes de la estructura criminal «Los Peps». La cirugía de transferencia se llevó a cabo después de una fuerte pelea el 20 de junio en una prisión de seguridad media en La Dorada, Caldas.
Durante la confrontación, lo que también significaba que el mismo Palomino ya había lastimado a otro prisionero, se informó a la agresión física, aunque sin armas blancas. En los mismos hechos, Jorge Eliécer Díaz Collazos, también conocido como «Castor», considerado uno de los principales líderes de la organización ilegal «Los Costeños», un grupo penal, que mantiene una disputa directa con «Los Peps» para el control del tráfico de drogas e ingresos ilegales en la región caribeña, también fue transferida.
Fuentes judiciales han indicado que la transferencia fue una medida preventiva para evitar nuevos actos de violencia entre los miembros de estos dos equipos cuyas tensiones internas están creciendo dentro del sistema penitenciario nacional. La confrontación refleja la lucha territorial y financiera, que se libra de un prisionero, que expone la seguridad de otros prisioneros.
Este alto movimiento se da en un momento crucial cuando el gobierno nacional se está desarrollando en su estrategia de «paz total», promovida por el presidente Gustavo Petro. Según lo confirmado por Yesid Turbay, jefe de seguridad cívica y coexistencia de Barranquilla, se establecen diálogos con representantes de varias pandillas criminales, incluidos los encabezados que operan desde la prisión.
La tabla de conversación, dirigida por el Alto Comisionado de Paz, Otta Patiño y la Dirección Nacional de Inteligencia, tiene como objetivo generar las condiciones de desmovilización o sumisión de aquellos grupos que han sido indicados por su responsabilidad por el asesinato, la extorsión y el tráfico de drogas en la costa atlántica.
Aunque en algunas áreas del país hubo una ligera reducción en los asesinatos, la extorsión, las amenazas y otras actividades criminales aún generan temores en las autoridades locales y sociales. Por lo tanto, la llamada para dejar de alojar sigue siendo la parte básica del proceso de negociaciones.
Con la llegada del apodo «Digna» y «Castor» a la prisión en Pifeña, en la capital de Tolia, se fortalecieron los protocolos de seguridad interna, teniendo en cuenta el riesgo de dos delincuentes más peligrosos en el mismo país en el mismo centro de prohibición.
La transferencia, que atrajo la atención a nivel nacional, muestra los desafíos que enfrentan las instituciones penitenciarias en Colombia, entre el complejo panorama de la violencia en la prisión, procesos de paz en el desarrollo de estructuras y delitos que todavía opera desde la sombra.
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